EL COPILOTO VEÍA TRUNCADO SU SUEÑO DE CONVERTIRSE EN CAPITÁN
Andreas Lubitz, el copilto que presuntamente estrelló voluntariamente el avión en los Alpes franceses, no era apto para volar.
El copiloto del Germanwings no consiguió entrar en el prestigioso centro de formación de vuelo de Phoenix. Los instructores estadounidenses detectaron problemas de capacidad mental que le impedían, según ellos, pilotar. De hecho, le recomendaron un seguimiento médico regular. Esa calificación destrozó a Lubitz.
Según la prensa alemana, sufrió un episodio depresivo profundo que le obligó a abandonar la formación en Lufthansa. Fue en 2008, pero su tratamiento médico continuó.
En su casa y la de sus padres se han encontrado documentos que describen un trastorno de ansiedad generalizada y medicamentos antipsicóticos. Además de sus problemas psicológicos, su vista habría disminuido un 30% y estaba siendo tratado por un posible desprendimiento de retina.
Otros datos que ayudan a completar el perfil de Lubitz son los aportados por el relato de su exnovia: "Cada vez quedaba más en evidencia que su enfermedad le impidese cumplir su sueño de volar como capitán".
El piloto también habría ocultado sus problemas de vista a Lufthansa. Lubitz tenía que someterse a un exhaustivo diagnóstico de la visión dentro de tres meses, fecha en la que además debía renovar su licencia de vuelo.