SEGUIR LA TRADICIÓN
En el país donde la tradición es ley hay una que dice que los soberanos británicos no abdican, la sucesión se produce tras la muerte del monarca. Así ha ocurrido en las últimas ocasiones y así parece que será también con la reina Isabel de Inglaterra, que lleva 65 años al frente, superando a la reina Victoria, que estuvo 61. A pesar de ello, en los últimos años, la prensa británica no ha dejado de especular sobre una posible sucesión al trono del príncipe Carlos.
Pero los escándalos matrimoniales, su divorcio y la muerte de Lady Di, parece que le descartan como candidato. El pueblo ve con buenos ojos que la corona pasase directamente a su hijo Guillermo, quien tiene unos índices de popularidad más elevados incluso que su propia abuela.
No han seguido el ejemplo de otras casas reales como la de Holanda. En 2013 la reina Beatriz cedía el trono a su hijo Guillermo. O la de Bélgica, el principe Felipe se convirtía en soberano tras la abdicación de su padre el rey Alberto II. Y la más reciente, junio de 2014, don Juan Carlos abdicaba en favor de su hijo Felipe.
Ni annus horribilis, ni escándalos, ni enfermedades, dicen los expertos como Fermín Urbiola, que pertenece al "club que lleva en el ADN morir con las botas puestas". Nada parece que haya hecho mella en la monarca británica, decidida a seguir siéndolo hasta su último aliento.