Guerra en Ucrania
Lina Villa, una de las psicólogas de Médicos Sin Fronteras que está atendiendo a los evacuados de Mariúpol, en Ucrania, describe a Antena 3 Noticias cómo los ucranianos llegan a los centros en shock, llorando y angustiados, tras sobrevivir a dos meses de ofensiva rusa.
Mariúpol se ha convertido en la ciudad ucraniana más castigada por la invasión, y su gran acería Azovstal, en símbolo de la resistencia ucraniana. Desde hace semanas, acceder a información sobre esta ciudad con las comunicaciones totalmente cortadas ha sido prácticamente imposible, pero el 30 de abril se abrió un corredor para tratar de evacuar a los ucranianos que aún sobrevivían en la ciudad y también dentro de la acería.
Algunos de ellos se dirigirán primero a Zaporiyia, allí van a recibirles un equipo de Médicos Sin Fronteras entre los que está Lina Villa, una psicóloga colombiana que lleva un mes ayudando en Ucrania.
Pregunta: Lina, tú proporcionas una primera atención psicológica a los evacuados cuando llegan a los centros de Médicos Sin Fronteras. ¿En qué condiciones llegan estas personas que han podido abandonarMariúpoltras pasar semanas en un búnker bajo la ofensiva del ejército ruso?
Respuesta: Hay personas que llegan en crisis, porque han estado bajo un montón de pérdidas, emociones, falta de seguridad, incertidumbre, sin alimentos… Por eso, cuando llegan y sienten que han llegado a un lugar seguro, se derrumban y podemos ver personas que están en crisis, llorando bastante, angustiadas. También ves otras personas en shock, que aún no están enfrentando el tema y todavía están en modo supervivencia. Se podría esperar ver personas enfadadas o enojadas pero no, llegan con angustia, tristeza y en shock.
P: ¿Cuál es el perfil de los evacuados que están pudiendo abandonar Mariúpol y los pueblos de alrededores y en qué condiciones han pasado las últimas semanas?
R: Llegan personas muy vulnerables: niños, personas mayores, mujeres solas… la mayoría han dejado a los maridos, los papás, los hijos y esa es una de las partes más duras, porque ellos están saliendo, pero están dejando a sus seres queridos y esa es una salida muy dolorosa. También depende dónde hayan estado, el número de días, lo cerca que hayan estado de poner en riesgo su vida, o lo que hayan experimentado o visto de sufrimiento, muertes, bombardeos… eso afecta mucho, pero también los recursos que tengan: si tienen su familia con ellos, si no la tienen, si tienen conocidos cerca… todos esos elementos se suman y provoca que una persona venga más o menos afectadas.
Los niños de Ucrania están siendo pequeños adultos, hay que explicarles que lo que pasa no es su culpa
P: ¿Muchos de los evacuados necesitan iniciar un periodo de duelo porque la guerra ha provocado la pérdida de algún ser querido?
R: Sí, llegan muchas personas diciendo que alguien murió de su familia o que murió alguien muy cercano. La mayoría de ellos han perdido a un ser querido cercano.
P: Sabemos que más de la mitad de los niños ucranianos han abandonado el país desde el inicio de la invasión, pero ¿cómo te encuentras a los niños que siguen allí y llevan semanas viviendo bajo la amenaza de los bombardeos?
R: Los niños no están pudiendo ser niños. Tuvieron que dejar de jugar, tuvieron que dejar la escuela, los juguetes, a sus papás… y ahora están en un mundo completamente distinto y más difícil, lejos de lo que conocen. Ahora son pequeños adultos, y cuando no puedes vivir tu infancia eso deja traumas que pueden aparecer tarde o temprano. Es un reto y va a ser un reto para esas mamás y papás y para esos pequeños el ser niños de nuevo o el asumir de la forma adecuada lo que pasó.
Ellos son conscientes, hay que hablar con ellos y hacerles conscientes, deben saber qué está pasando porque a esas edades los niños suelen culparse de lo que pasa y buscan mágicamente razonamientos de lo que pasa y suelen asumir culpas que no son, entonces hay que contárselo y explicarles que no es su culpa y evitar que ellos asuman roles de adultos y de protectores de su familia porque eso se lo pone mucho más difícil. Hay que tratar de que sigan siendo niños.
Si la guerra sigue avanzando tendrán más necesidades básicas
P: Los evacuados que atiendes, ¿llegan con muchas carencias físicas por la falta de alimentos y las duras condiciones de los búnkers o es más importante proporcionarles apoyo psicológico?
R: Ahora afortunadamente, la carencia de alimentos no se nota mucho, pero cada vez se teme más que la gente no tenga acceso a alimentos y agua. Hasta ahora se les nota más la pérdida emocional, la pérdida de esperanza, el shock, la incertidumbre… pero, desafortunadamente si la invasión sigue avanzando y sigue habiendo gente en esos territorios, tendrán más necesidades básicas puras que psicológicas.
P: Llevas un mes ayudando en Ucrania. A lo largo de estas cuatros semanas, ¿puedes contarnos alguna experiencia que te haya marcado profesional y personalmente?
R: El caso que más me ha afectado fue el de un señor muy mayor que había dejado todo atrás, todo lo que había construido durante toda su vida. Esta persona encontró en el licor algún tipo de ayuda y perdió la fe. Ver a una persona desesperanzada diciendo: “es que ya estoy muy viejo, yo ya no puedo volver a empezar, ya no tengo opciones”, fue para mí muy difícil de gestionar, fue muy doloroso. Pero también he visto cómo personas que han dejado atrás a sus seres queridos, han tejido una red de solidaridad para ayudar a otros a salir. Por ejemplo, ayer había un chico de 18 años tratando de ayudar a salir a un amigo junto a su madre y su abuela. Un chico que podría estar pensando en cualquier otra cosa por su edad, está tratando de salvar la vida de otros, intenta compensar el no poder salvar a sus seres queridos… y esa solidaridad es hermosísima.