LA COMPAÑÍA QUIERE EXPANDIR EL NEGOCIO
La ciudad de Karachi, centro comercial de Pakistán, ha lanzado esta semana una iniciativa contra el acoso sexual por el que se pondrá a disposición de las mujeres varios taxis de color rosa, conducidos por mujeres.
Estos vehículos comenzaron a circular el pasado viernes por las calles de la ciudad y las mujeres pueden acceder a ellos por teléfono, aplicaciones móviles, SMS o simplemente llamando a uno por la calle, según ha explicado la responsable de la iniciativa, Ambreen Sheikh.
"Nuestras conductoras llevan una bufanda de color rosa y abrigo negro. Entre ellas hay amas de casa y estudiantes", ha declarado Sheij. Su objetivo: limitar el acoso sexual en una megalópolis de 20 millones de personas donde, según el centro de Recursos Urbanos, la mayoría de las viajeras han sufrido algún tipo de abuso cuando viajaban en transporte público.
"Las mujeres de Karachi se lo piensan tres veces antes de subirse a un vehículo conducido por un hombre", ha indicado una de las conductoras del Pink Taxi, Noor Jehan, una opinión que comparte el ministro de Transporte de la provincia de Sindh, Syed Nasir Hussain.
"La verdad es que con esta clase de transporte, dedicado exclusivamente a mujeres, podemos solucionar bastantes problemas de este tipo", ha declarado en una entrevista con la televisión estatal paquistaní.
El problema reside en que muchas de las mujeres de la ciudad no pueden permitirse pagar un taxi, como apunta la periodista Zebunnisa Burki.
"Son importantes en el sentido de que aparecen para acompañar a un sector demográfico en crecimiento, pero me parece que tales iniciativas todavía no pueden satisfacer a la gran mayoría de mujeres que trabajan diariamente porque no son capaces de pagarse el taxi, que cuesta bastante", ha indicado.
A pesar de estos obstáculos, la compañía pretende expandir su negocio a otros grandes núcleos urbanos como Lahore o la capital, Islamabad, en los próximos tres o cuatro meses.
Para usuarias como la escritora Kainat Chaudhry, la opción es bienvenida. "Una mujer no puede sentarse en un taxi y comenzar una conversación con un taxista masculino sin temor a que se malinterpreten sus intenciones. Cuando te metes en un taxi en Pakistán, tu primer impulso es el de apretarte en una esquina, para que no te repasen con la mirada", lamenta.