ÉL Y SU HIJA CONTINÚAN GRAVES
El laboratorio británico que identificó el agente nervioso con el que el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia fueron envenenados hace un mes indicó hoy que no ha podido "verificar" la procedencia de esa toxina. Gary Aitkenhead, consejero delegado del Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa de Porton Down, un centro militar ubicado en el condado de Wiltshire (centro de Inglaterra), afirmó a la cadena Sky News que los expertos no han "verificado la fuente precisa" de la que proviene el químico 'Novichok', utilizado para envenenar a los Skripal.
Según Aitkenhead, el trabajo del laboratorio se limita a "proporcionar la evidencia científica" que identifica al agente nervioso. "Identificamos que era de la familia de 'Novichok' y que es de tipo militar, pero nuestro trabajo no es decir dónde se fabricó realmente", sostuvo. Señaló que toda la información recabada en el centro militar ha sido trasladada al Gobierno del Reino Unido, que acusa directamente al presidente ruso, Vladímir Putin, de estar detrás de lo sucedido, si bien el Kremlin niega categóricamente cualquier implicación en los hechos.
Aitkenhead indicó que el Ejecutivo utilizó los datos proporcionados por Porton Down y "varias otras fuentes" para llegar "a las conclusiones a las que llegaron". El embajador ruso ante la Unión Europea (UE), Vladímir Chizhov, insinuó hace días que el veneno podía proceder del propio laboratorio británico, a solo 12 kilómetros de Salisbury, la ciudad del sur de Inglaterra donde Skripal y su hija fueron intoxicados. "Porton Down es la mayor instalación militar que hay en el Reino Unido que se ha encargado de desarrollar investigaciones relacionadas con armamento químico", apuntó.
La mayor concentración del químico se encontró en la puerta de entrada de la casa del exespía en Salisbury y también se hallaron bajas concentraciones del agente en otros lugares, entre ellos en el restaurante italiano donde los Skripal almorzaron el día de los hechos y en su automóvil. El exagente, de 66 años, y su hija, de 33, continúan hospitalizados en estado grave, aunque ella ha mostrado signos de mejoría en los últimos días, después de haber sido atacados con dicho tóxico en Salisbury el pasado 4 de marzo.
Unos 250 agentes de la unidad antiterrorista de Scotland Yard continúan trabajando en la investigación de unos hechos que han desatado un grave conflicto político y diplomático entre el Reino Unido -apoyado entre otros por la Unión Europea y Estados Unidos- y Rusia.