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Protestas iraníes

Irán emite su primera condena a muerte contra un hombre que protestó por la muerte de Masha Amini

La represión es cada vez más intensa en Irán. Un tribunal ha emitido su primera condena a muerte contra un hombre que participó en las protestas por la muerte de Masha Amini.

El régimen ayatolá sigue recrudeciendo su cruzada contra los manifestantes que piden un cambio en la autoridad gubernamental del país. La justicia iraní ha condenado a un hombre que participó en las protestas de Masha Amini, aunque se desconoce su identidad. Se le ha acusado de "quemar un edificio del Gobierno, de alterar el orden público, y de ser un enemigo de Dios (en alusión a Mahoma)". La crudeza sigue sacudiendo el país tras dos meses de protestas cada vez más habituales.

La comunidad internacional ha exigido que cese inmediatamente la violencia de las autoridades contra los manifestantes, al considerar que supone una violación flagrante de los derechos humanos, y que no se respeta lo más mínimo la posibilidad de manifestarse. Irán se ha convertido en una de las mayores autocracias del mundo, donde el respeto a los líderes de la República Islámica y hacia la religión islámica son máximas que todo el mundo debe cumplir.

Las mujeres han desatado la mayor revolución social en la República Islámica, exigiendo que se les deje de tratar como a objetos y que tengan unas garantías de derecho equivalentes a las de los hombres. Las protestas, lejos de terminar, se han convertido en asiduas y cuentan también con el apoyo de muchos hombres, jóvenes en su mayoría, que consideran primordial la necesidad de lograr una igualdad urgente, antes de que pueda estallar un conflicto con toda crudeza.

Irán, el país donde las reglas islámicas son inquebrantables

Una de las principales razones por las que Irán es un país tan temido tiene que ver con las reglas que toda persona ha de cumplir, bien sea dentro o fuera del país. En el interior del país, los preceptos de la religión islámica deben ser acatados sin discusión alguna, las mujeres deben llevar siempre el velo sobre sus cabezas y nada ni nadie debe cuestionar la autoridad del Líder Supremo. Pero fuera del país, eso también debe ser acatado.

Uno de los ejemplos más llamativos lo encontramos con el escritor Salman Rushdie, quien, tras su publicación de la novela 'Los versos satánicos', fue condenado a muerte a nivel social por el régimen iraní, llegando a ofrecer Irán una recompensa por su asesinato, al considerar que su obra insultaba los preceptos del islam. Rushdie, que fue apuñalado el pasado mes de agosto, ha perdido la vista en un ojo y la movilidad de un brazo, aunque logró sobrevivir a una sentencia de muerte que le lleva persiguiendo más de tres décadas.

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