con una inversión de 500 millones de dólares
De proporciones casi bíblicas por sus ocho plantas de altura y con una inversión de 500 millones de dólares, el Museo de la Biblia de Washington se inauguró este viernes, precedido de polémica pero con vocación de ser una gran atracción.
El suntuoso museo, al que se accede por una colosal puerta de bronce de 12 metros de alto, se ha visto empañado por los problemas del jefe de su directiva, el multimillonario Steve Green, al frente de la cadena de compraventa de antigüedades Hobby Lobby. Esa firma, por ejemplo, recurrió ante el Tribunal Supremo de EEUU tener que pagar en el seguro médico los anticonceptivos a sus empleadas, como parte del programa sanitario "Obamacare", alegando motivos religiosos, y la corte le dio la razón. La empresa también fue condenada el pasado julio por importar ilegalmente miles de antigüedades procedentes de Irak, razón por la que tuvo que afrontar una multa de tres millones de dólares.
Las dudas sobre la legalidad de las antigüedades obtenidas por Hobby Lobby no quedan ahí, ya que las autoridades egipcias reclamaron poder comprobar cómo se hizo con algunos objetos del país, entre los que destaca un fragmento de una biblia del siglo V que llegó a exponerse en el Vaticano. La relación entre Hobby Lobby y el museo mediante Green llevó al centro a emitir un comunicado en el que rechazaba que los objetos por los que la empresa de Green había sido condenada tuvieran algo que ver con el museo y su exposición, pese a que parte de los artículos expuestos pertenecen a la familia del millonario.
El historial del principal socio del proyecto ha despertado la curiosidad y la controversia acerca del museo, que se encuentra a apenas dos manzanas del Mall, la explanada que une el Capitolio y el Monumento de Lincoln y alberga los principales museos de la capital. En esta zona existe una tradición de evitar cualquier politización del contenido de cada centro, algo que subrayan medios locales y que corroboran profesionales de otros museos con motivo de la inauguración del Museo de la Biblia, que busca enseñar el libro sagrado de forma "más atractiva".
En ese afán por cautivar al visitante, el museo incorpora objetos llamativos, como una biblia que perteneció a Elvis Presley o la colección privada de ejemplares de la Torá (libro sagrado del judaísmo) más grande del mundo dentro de los más de 130.000 metros cuadrados que ocupa el edificio. Más de 3.000 objetos históricos llenan sus dependencias, de los que 1.600 son préstamos, 1.100 del propio centro y 300 de la Colección Green.
Green señaló esta semana a los periodistas que su objetivo es "educar sobre qué es la Biblia y cómo influye" en la sociedad y rechazó que en el centro se vayan a adoptar posiciones "sectarias". "Los museos nunca han sido objetivos y nunca lo serán", explicó Laura Shievo, directora de Estudios Museísticos de la Universidad George Washington, a quien le genera mucha curiosidad conocer la influencia de Green en el contenido del centro. "Si tienes una visión fundamentalista de la religión, no sé cómo puedes presentar la Biblia desde una perspectiva no fundamentalista", indicó Schievo sobre el nuevo museo privado.
La experta comentó también que uno de los aspectos que se deben observar es lo que no incluye el museo, como las críticas a la Biblia y las interpretaciones fundamentalistas: "No hay nada sobre las cruzadas y es algo muy importante para prevenir abusos en nombre del libro". Llama la atención la ingente cantidad de recursos de los que goza el proyecto, que ha costado más de 500 millones de dólares.
La experta en presupuestos museísticos y profesora asociada emérita de la Universidad George Washington Martha Morris aseguró que ese presupuesto mantiene la tendencia de los grandes museos de la capital norteamericana de la red Smithsonian. La tecnología es uno de los principales valores de este museo "con vocación internacional" que combina las antigüedades con salas para la proyección de animaciones y películas relacionadas con el libro sagrado del cristianismo. También hay aparatos que invitan a la interacción del visitante para, entre otras actividades, realizar sondeos de libertad de religión.
En total, son ocho plantas con salas que analizan el impacto de la Biblia, la historia de la misma y la sociedad en la que germinó el libro, además de un teatro con unos 500 asientos, una cafetería y un jardín en la azotea. La entrada para el museo, que fue presentado como el primero sobre la Biblia "de clase mundial", será gratuita, con un donativo voluntario de 15 dólares para adultos y 10 para menores de 12 años.