IMPOPULARIDAD RÉCORD

Hollande celebra un año como presidente presionado por la derecha y la izquierda

Con una impopularidad récord y con indicadores económicos alarmantes, el presidente cumple el primero de sus cinco años de mandato lejos del respaldo popular que le aupó al Elíseo. La extrema izquierda ha mostrado sus fuerzas en una manifestación en París en la que pidió el final de la austeridad y un giro progresista a la política.

Casi un año después de la elección de François Hollande como presidente de Francia, la extrema izquierda del país ha mostrado sus fuerzas en una manifestación en París en la que pidió el final de la austeridad y un giro progresista a la política.

Convocados por el excandidato presidencial Jean-Luc Mélenchon, líder del Frente de Izquierdas, 180.000 manifestantes se reunieron en la plaza de la Bastilla de la capital gala para "arrebatar el poder al mundo de las finanzas" y "proclamar la VI República".

La policía no dio cifras de participación al tratarse de una manifestación política. Un día antes de que se cumpla un año de su victoria electoral, Hollande ve cómo se le abre un nuevo frente en la calle, tras varios meses en los que la derecha y la extrema derecha han convocado manifestaciones contra la legalización del matrimonio homosexual.

Con una impopularidad récord, con indicadores económicos alarmantes, el presidente cumple el primero de sus cinco años de mandato lejos del respaldo popular que le aupó al Elíseo frente al conservador Nicolas Sarkozy.

Tras haber logrado que la Comisión Europea le conceda dos años suplementarios para conseguir el objetivo de déficit del 3%, que el Gobierno ha vendido como un triunfo de sus tesis frente a las de Berlín, Hollande ve cómo la izquierda le pide un giro más radical. "El periodo de pruebas se ha agotado y no salen las cuentas", le reprochó Mélenchon, que había dado su aval en la segunda vuelta pero que se ha mostrado muy crítico con la política del Ejecutivo.

En el punto de mira del político y de la mayoría de los manifestantes está la política de austeridad impuesta por Berlín y Bruselas. Mélenchon aseguró que los dos años de plazo suplementarios obtenidos por Francia son "una mentira, porque representan dos años más de chantajes y de sufrimiento de los ciudadanos".

"El esfuerzo que se impone a los ciudadanos es innecesario y sádico", aseguró el político, convencido de que la deuda de los países de Europa y Estados Unidos "nunca será pagada".

Respaldado por comunistas, algunos ecologistas y la mayor parte de los sindicatos, Mélenchon acusó a la "maldita troika" de acreedores internacionales y a la "vacía Comisión Europea" de llevar a cabo, junto con el mundo de las finanzas, un "infame complot contra el desgraciado pueblo griego, portugués y español".

El líder del Partido de Izquierdas pidió, incluso, paso al actual Gobierno para instalar una nueva política porque consideró tener "las personas y las competencias" para llevar a cabo el giro necesario, pero sobre todo dijo poseer "el respaldo del pueblo".

Su cambio va más lejos ya que Mélenchon preconizó la instauración de una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución y abra la VI República, en la que los poderes del presidente "estén limitados a la voluntad del pueblo".

En caso de que no se produzca el giro que demanda, Mélenchon auguró un nuevo tiempo político en el que el Frente de Izquierdas, que hasta ahora ha colaborado en las cámaras con los socialistas, "trabaje para crear una nueva mayoría parlamentaria".

Desde el Partido Socialista y desde el Gobierno en respuesta atacaron con dureza a Mélenchon, a quien acusaron de "romper la unidad de la izquierda, lo que beneficia a la derecha", en palabras del ministro de Economía, Pierre Moscovici. "En el pasado, cuando la izquierda ha olvidado que lo que hay que combatir es a la derecha, siempre ha fracasado", dijo Mocovici en la televisión "iTélé".

El ministro de Economía aseguró que "la austeridad ha acabado en Europa" para dar paso "a las políticas de crecimiento", pero defendió "el control del gasto público" para que los países no pierdan autonomía presupuestaria. Moscovici aseguró que la insistencia de Hollande en favor del final de la austeridad ha motivado "un nuevo rumbo" en la política europea en el que "el crecimiento es la primera de las prioridades".

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