OTAN
El exprimer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, recogerá el testigo de Stoltenberg para dirigir la OTAN, en el escenario geopolítico más peligroso para la Alianza desde la guerra fría. Repasamos los grandes retos que tendrá que afrontar en su mandato.
El noruego Jens Stoltenberg deja la OTAN después de 10 años al frente de la organización militar más fuerte del planeta. Ha tenido que afrontar momentos muy tensos y convulsos en la relación con Rusia, en los que la Alianza debía responder con una compleja mezcla de contundencia y moderación. El panorama que se avecina por delante no será más tranquilo, seguirá plagado de peligros e incertidumbres. Mark Rutte, el nuevo secretario general, se enfrenta al escenario geopolítico más peligroso para la OTAN desde la guerra fría.
Está previsto que el exprimer ministro de los Países Bajos sea nombrado oficialmente la próxima semana en una votación de los 32 embajadores en el cuartel general de Bruselas. Después, será confirmado por los jefes de Estado en la cumbre que celebrarán en Washington en julio y, finalmente, tomará posesión del cargo el próximo 1 de octubre. Será el cuarto mandatario holandés que ostenta este puesto.
Su camino hasta la cúpula aliada se lleva fraguando casi un año. Ha sido el candidato mejor valorado de todos los que han ido surgiendo. Veterano político europeo, -14 años jefe de gobierno de los Países Bajos-, ha sido una de las voces más escuchadas y respetadas en Bruselas en la última década. En la recta final para su elección, consiguió ir ganando el apoyo de los 32 aliados, tan solo el presidente rumano, Klaus Iohannis, le disputaba el puesto pero se terminó retirando de la carrera, ante la evidencia de que Rutte contaba con el apoyo mayoritario y, sobretodo, de los pesos pesados como EEUU y Alemania.
Se espera que Mark Rutte sea capaz de mantener el consenso y la unidad entra las capitales en unos momentos muy complicados y con continuas tensiones por las amenazas rusas. Como primer ministro de los Países Bajos ha sostenido siempre una línea de apoyo clara a Ucrania, sin dudar en ninguno momento de los envíos de armamento. De hecho, Holanda es de los pocos países que entrena a los pilotos ucranianos y que donará aviones de combate F-16 este mismo año.
Posible vuelta de Donald Trump
El retorno del republicano a la Casa Blanca es motivo de preocupación dentro de la OTAN. Una posibilidad que se concretará justo un mes después de la toma de posesión de Rutte. La falta de confianza en la Alianza de Trump quedó demostrada en su primer mandato y todavía sigue lanzando amenazas veladas de sacar a EEUU de la OTAN si los países europeos no pagan su parte de la factura defensiva. De concretarse ese escenario, este proyecto militar quedaría en vía muerta.
Sus primeras decisiones si es reelegido, asustan. El republicano ya ha adelantado que retirará gran parte de las ayudas a Ucrania, lo que tendría un efecto directo en el campo de batalla porque EEUU es el principal suministrador de armas a Kiev.
Su relación con Zelensky también está en horas muy bajas. En su última visita a EEUU le definió como un "comercial, más que como un político". Con mucha sorna, criticó que el presidente ucraniano "llegó a Washington, se llevó 60.000 millones de dólares en armamento y cuando volvió a Kiev ya estaba pidiendo más". Y, por supuesto, tampoco se podría esperar ningún avance en los deseos de Ucrania de convertirse en futuro miembro de la Alianza Atlántica.
Falta de inversión en Defensa de algunos países
Es la gran petición de los estados más grandes que más dinero ponen. Hay un señalamiento claro de EEUU a los países europeos porque arrastran los pies cuando toca invertir más en planes militares.
A pesar del compromiso de Gales firmado en 2014, en el que todos los países se comprometieron a invertir, al menos, un 2% en Defensa, desde entonces han pasado 10 años y sólo 23 de los 32 socios lo cumplen. Esto quiere decir que todavía un tercio de la Alianza no lo hace. Rutte tendrá que trabajar y presionar a todos aquellos que no cumplen y convencerles de que el futuro de la OTAN sólo se puede asegurar si todos ponen su parte. España está en el punto de mira, ya que estamos en último lugar de la lista.
Tensión con Rusia
Se mantienen las continuas amenazas del Kremlin contra los países aliados. En los discursos del presidente Putin o de sus hombres más cercanos, nunca se descarta un futuro choque frontal contra la OTAN y son repetidas las amenazas con armamento nuclear.
Todo esto obligará al nuevo secretario general a seguir diseñando planes para reforzar la presencia disuasoria de la OTAN en los países del flanco este, con nuevos batallones, listos para actuar. Los países bálticos siguen clamando por una defensa más férrea. Ellos sienten el aliento ruso más que nadie.
Orban como caballo de Troya
El primer ministro Viktor Orban sigue ejerciendo como caballo de Troya dentro de la UE y de la OTAN. Nadie duda de que es el mejor amigo que tiene Putin en Occidente y la pregunta es hasta dónde tensará la cuerda y la paciencia del resto de aliados.
Es previsible que Orban continúe negándose a cualquier ayuda conjunta a Ucrania, ni militar, ni financiera. Y dificultará también su participación en cualquier nueva estrategia para apoyar a Kiev.
Mark Rutte ya ha sufrido para poder conseguir el aval de Hungría en su carrera al puesto. A cambio de su visto bueno, Orban obligó a Rutte a firmar una carta humillante, que luego hizo pública en su cuenta de redes sociales. En esa carta le exigió dejar por escrito que "Hungría nunca participaría en acciones de apoyo a Ucrania", e incluso le obligó a pedir perdón por unas declaraciones que el holandés había hecho en 2021 sobre el pueblo húngaro. Un mal trago para Rutte, -aunque imprescindible si quería el aval de Orban-, como recordatorio de los tiempos difíciles que tiene por delante en su nuevo puesto.
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