EEUU
Joe Biden ha mostrado su apoyo a el sindicato United Auto Workers (UAW) y ha declarado que entiende "la frustración de los trabajadores"
La industria automovilística de Estados Unidos enfrenta una situación histórica, ya que el sindicato United Auto Workers (UAW) ha llamado a la huelga a casi 150.000 empleados de tres de las principales empresas del país: General Motors, Ford y Stellantis (propietaria de Jeep y Chrysler).
Esta huelga conjunta es un hito en la historia del sector, ya que los trabajadores de distintas empresas se han unido para enfrentar a los gigantes del automotor a nivel internacional.
Shawn Fein, presidente del sindicato, ha declarado a través de Facebook Live que "por primera vez en nuestra historia, atacaremos a los tres 'tres grandes' a la vez; por primera vez en la historia, declararemos huelgas al mismo tiempo en las tres".
A su vez, Fein ha informado que están usando "una nueva estrategia, la huelga selectiva".
La fuerza de la industria automovilística en la economía del país es crucial, y no solo eso, sino que las tres empresas afectadas se encuentran en localizaciones decisivas de cara a las elecciones. Es por esto que Joe Biden se ha pronunciado esta tarde respecto al tema, dotando de su apoyo a los sindicatos.
"Nadie quiere una huelga, pero respeto el derecho de los trabajadores a utilizar sus opciones bajo el sistema de negociación colectiva", ha declarado el presidente estadounidense en la rueda de prensa acaecida en la Casa Blanca.
Biden ha dicho entender "la frustración de los trabajadores". A su vez, se ha mostrado de acuerdo con la pesquisa defendida por el sindicato de que las ganancias corporativasrécord tienen que "compartirse mediante contratos récord para la UAW".
Las tensiones entre el UAW y las tres grandes empresas automotrices estadounidenses se han acumulado durante meses mientras se negociaba un nuevo convenio colectivo que regiría las relaciones laborales durante los próximos cuatro años.
Desde el inicio de las negociaciones en julio, el sindicato dejó en claro sus demandas, que incluían un aumento salarial del 46% en cuatro años, una reducción de la jornada laboral a 32 horas, la restauración de las pensiones tradicionales y la sindicalización de los trabajadores en las fábricas de producción de baterías. Además, se propusieron mejoras para los jubilados y una mayor conciliación familiar.
La situación llegó a un punto crítico cuando las empresas automotrices no pudieron satisfacer las demandas del sindicato antes de la fecha límite de medianoche del 14 de septiembre, cuando expiró el contrato colectivo anterior.
United Auto Workers decidió tomar medidas y anunció una huelga selectiva, una estrategia que implica detener la producción en plantas específicas, inicialmente en tres ubicaciones estratégicas.
Estas plantas seleccionadas son la de montaje de General Motors en Wentzville, Missouri; la de Stellantis en Toledo, Ohio; y la de Ford en Wayne, Michigan.
Estas instalaciones fueron las primeras en declararse en huelga y, juntas, emplean a alrededor de 13,500 trabajadores y fueron las primeras en declararse en huelga.
Esta táctica de huelga selectiva permite al sindicatomantener la flexibilidad para expandir la huelga a otras plantas según sea necesario, lo que crea una presión continua sobre las empresas automotrices.
Esta huelga en la industria automotriz se produce en un contexto de aumento de las tensiones laborales en Estados Unidos, con un aumento del número de huelgas en diversos sectores debido al continuo aumento del costo de vida y la pérdida de poder adquisitivo.
A medida que se desarrolla esta huelga histórica, los ojos de la nación están puestos en el resultado, ya que podría tener un impacto significativo tanto en la industria como en la economía en general.
Las demandas del sindicato se centran en obtener condiciones laborales justas y una participación equitativa en los beneficios de la industria, que ha visto ganancias sustanciales en los últimos años.
A pesar de las ofertas mejoradas de las tres grandes empresas, que incluían aumentos salariales de hasta un 20% en cuatro años y medio, United Auto Workers consideró que estas propuestas no eran suficientes para compensar décadas de caída de los salarios y para abordar la inflación actual.
La huelga en la industria está siendo una de las principales en Estados Unidos, planteando desafíos tanto para las empresas como para la economía del país.
Anderson Economic Group ha estimado que si la huelga se prolonga durante 10 días, podría resultar en pérdidas de más de 5,000 millones de dólares para los fabricantes de automóviles, los proveedores y los trabajadores. Además, afectaría negativamente a la economía en general, con un impacto de aproximadamente 1,000 millones de dólares en la economía de Estados Unidos.
Para los consumidores, la huelga conlleva el aumento de precios y tiempos de espera más largos debido a la escasez de vehículos en el mercado.
Ford, General Motors y Stellantis representan el 40% de las ventas de automóviles en Estados Unidos, por lo que un paro prolongado podría tener un impacto significativo en la disponibilidad y el precio de los vehículos.