Suicidio
La joven luchó durante varios años por superar sus problemas mentales, pero no lo logró. Su caso ha servido a su madre para ayudar a cientos de personas.
Jenny Barry era una inquieta y movida niña cuando su vida cambió. Con solo siete años se colocó delante de un espejo y se intentó ahogar. Con los años, la situación fue a peor. La adolescencia fue un infierno para ella: le diagnosticaron bulimia y comenzó a autolesionarse.
Su madre explica que siempre tuvo pensamientos suicidas. Sentía que no estaba preparada para la vida. Por ello, la progenitora decidió pedir ayuda externa e ingresarla en un centro psiquiátrico de Sudáfrica.
La joven fue explulsada varias veces por mal comportamiento. "Intentaron doblegarla como en el ejército", asegura su madre al medio 'Metro'.
Al ver que no era un lugar para su hija, la mujer decidió llevarla otro centro. En ese nuevo lugar, Jenny estuvo bajo la vigilancia de un hombre que tenía problemas de adicción a las drogas.
"El sistema le falló y yo tampoco fui muy buena con ella porque no sabía cómo manejar lo que sentía", admite la madre.
Después de seis semanas ingresada, la menor fue expulsada y la enviaron a su casa. La madre explica que no fueron justos con ella porque la trataban como si fuera una niña rebelde.
La joven solía intentar autolesionarse y quitarse la vida. En uno de esos intentos, tuvieron que trasladarla al hospital porque no paraba de vomitar. El comportamiento fue cada vez a peor. No hablaba ni se relacionaba con nadie, salía de casa y estaba días sin dar señales de vida.
La mañana del 10 de octubre de 2005, la madre escribió una carta a su hija diciéndole que su comportamiento no podía continuar como antes: "Enumeré algunas reglas que necesitaba que cumpliera, lo convertí en un pergamino, le preparé un batido y fui a llamar a la puerta de su habitación".
La joven se negó a escuchar a la madre y la amenazó con quitarse la vida. Al poco rato, la madre fue a su habitación para ver si se encontraba más calmada, pero no la encontró allí. Entró en el baño y se encontró a su hija en el suelo. Se había suicidado con solo 15 años.
La madre explica que sintió un alivio con la muerte de su hija porque pensó que ya podría descansar en paz. Los meses siguientes a la muerte de su hija, comenzó su descenso a los infiernos. Se sentía Por fuera parecía estar sobrellevando la situación, pero por dentro se preguntaba cuál era su propósito y qué estaba haciendo en el planeta.
Mientras sanaba, se dio cuenta de que podía usar lo que había aprendido con su hija para ayudar a otras personas. Desde entonces, ha apoyado a miles de personas mediante consultas individuales y grupales.
El último Informe del Sistema Nacional de Salud (SNS) de 2022 revela que la salud mental se ha deteriorado progresivamente en los últimos años: si justo antes de la pandemia, en 2019, la prevalencia de los trastornos de este tipo era de 324,8 por cada 1.000 habitantes, dos años después fue de 369,5.
Depende del sexo: mientras la tasa en hombres fue de 332,2, la de mujeres se situó en 405,3. También varía con la edad: la frecuencia aumenta con los años -los valores más bajos se dan en el grupo de 0 a 4 años (91,4) y los más altos entre los 90 y los 94 (578,4)- siguiendo "un patrón por sexo definido", ya que durante la infancia y adolescencia afectan más a los hombres, y en la juventud y etapa adulta a las mujeres.