Cáncer de mama
Acaba de llegar a Nueva York tras 50.000 kilómetros y 14 meses dando la vuelta al mundo con un único objetivo: recaudar fondos para su investigación del cáncer de mama.
Tiene aire fiero y decidido como si acabara de cruzar el Himalaya y, corazón cálido y lleno de ilusión contagiosa como si acabara de descubrir un secreto para ser todos un poco más felices. Y las dos cosas son ciertas.
Marta Insausti, 58 años, acaba de llegar a Nueva York tras 50.000 kilómetros y catorce meses dando la vuelta al mundo en moto con el objetivo de generar conciencia de la importancia de la lucha contra el cáncer de mama y recaudar fondos para su investigación.
El objetivo último es ayudar a las mujeres que lo padecerán mañana y lo padecen hoy -igual que lo padeció ella diez años atrás.
La tengo aquí delante, en el centro mismo de Times Square, corazón de Nueva York, y solo cuando se quita el casco, baja de la moto y veo su mirada de triunfo empiezo yo mismo a darme cuenta de la profundidad -o mejor dicho- de la altura del momento.
Una mujer de 58 años, empresaria, con dos hijos, peleona como se define ella y sobre todo soñadora y comprometida, acaba de terminar un proyecto que define una vida y que provocará el respeto y admiración de cualquiera en cualquier lugar en cualquier momento de la historia, del futuro.
Después de haberlo visto todo por dentro, en las colinas más sinuosas del alma y de la vida, los precipicios de la quimioterapia y los espejos dudosos de la esperanza, decidió que su victoria había que compartirla y transmitirla, convertirla tanto en símbolo de esperanza como llamamiento a la acción, y decidió que para ello tendría que verlo todo por fuera, por cada país, colina, precipicio y carretera de la vida real.
Cómo se le explica algo así a la familia, a los amigos, al resto del mundo es algo que solo ella sabe.
Pero desde aquí, teniéndola al lado, escuchándola contarme cómo lloró desconsolada tras caerse en carreteras remotas de Asia y cómo se emocionó conociendo en su odisea por el mundo a tantas otras mujeres audaces a quienes llama heroínas, escuchándola contarme cómo sufrió y venció por dentro hace años y cómo ahora ha sufrido y vencido por fuera, me doy cuenta no solo que Marta es una de las personas más bellas, fuertes y necesarias que he conocido jamás sino que su misión y ejemplo deben conocerse, deben inspirarnos.
Marta debemos ser todos
Y acaba de ocurrir algo mágico. Los superhéroes que aquí en Times Square se ganan la vida haciéndose fotos con los turistas preguntan por qué estamos entrevistando a esta señora.
Se lo explico en una frase lo más sucinta posible, se quedan mirando fijamente a Marta y de repente y al grito de "¡es una heroína!" la levantan en brazos y una pequeña muchedumbre aclama a Marta y a mí me parece que lo hacen en nombre de toda la humanidad.
Justicia poética en Times Square.
Jamás he visto coronación más justa, más bella, más oportuna.