PARTE DE LA MEMORIA COLECTIVA GRACIAS AL CINE
Es la estación de trenes más grande del mundo. Un siglo después de su inauguración, se ha convertido en una joya arquitectónica, un gran centro comercial y un lugar de encuentro para neoyorquinos y visitantes.
Jacqueline Kennedy quien consiguió salvar el edificio
Situada en el centro de Manhattan, entre la calle 42 y Park Avenue, su historia no ha sido fácil. Tardó diez años en construirse y el apogeo del automóvil en los años 50 puso en peligro su futuro. Se trata de la Gran Estación Central de Nueva York, que este año cumple 100 años.
Fue la mismísima Jacqueline Kennedy quien -utilizando sus influencias- consiguió salvar el edificio que posteriormente fue declarado monumento histórico: una parada obligada para turistas que visitan Nueva York.
Gary Grant huyó aquí con la muerte en los talones
Esta estación sigue acogiendo todos los días a cerca de un millón de personas: pasajeros que se dirigen a uno de sus 44 andenes o turistas que disfrutan de esta joya de la arquitectura. Este emblemático edificio es parte de la memoria colectiva gracias al cine.
Para cualquier visitante es un lugar reconocible. El secreto: ser un gran plató de cine. En esta estación, Cary Grant ha huido con la muerte en los talones, se han besado Gregory Peck e Ingrid Berman y Eliot Ness ha salvado a un niño de morir sin dejar de eliminar a los malos. Incluso se han hecho desnudos colectivos para una sesión fotográfica.
La celebración de su centenario se prolongará durante varios meses con exposiciones y eventos para homenajear a un icono de la capital del mundo.