EN AUSTRALIA
Se llama Gabel y es un perro simpático y juguetón, quizá demasiado para ser policía. De hecho, eso le ha costado el puesto de trabajo. Según sus superiores, este pequeño pastor alemán, en vez de enfrentarse a los delincuentes, acababa jugando con ellos. Eso sí, ha durado poco en el paro.
La Policía de Queensland creyó en Gabel para que se convirtiera en uno más del cuerpo, hasta que llegó a la fase de adiestramiento. El pequeño pastor alemán demostró pronto a sus adiestradores y guías caninos que era demasiado cariñoso y no tenía el carácter necesario para afrontar las duras semanas de entrenamiento.
El perro, que cuando empezó a entrenar era un cachorro, prefería acostarse patas arriba para que la gente le acariciara en lugar de ponerse en posición de defensa. Además, cuando alguien intentaba atacarlo, el perro movía la cola, en señal de complicidad, y comenzaba a juguetear con el presunto agresor.
Por estos motivos, decidieron que Gavel no podía ser una agente de la Policía pero que sería un perfecto anfitrión de la casa del gobernador de Queensland, donde ahora participa en las reuniones más informales. "Es un miembro valorado y querido del Gobierno, que está dispuesto a jugar con todos los invitados que pasan por la casa y alegrar cualquier tipo de reunión por su simpatía" ha declarado un portavoz.