REPORTAJE EN EL NEW YORK MAGAZINE
Graham McIndoe es un fotógrafo escoces residente en Nueva York que decidió hacer de su adicción su proyecto más ambicioso. Se fotografiaba a si mismo consumiendo heroína usando el autodisparador y el resultado no puede ser más sobrecogedor.
Graham no quería mostrar el punto de vista de un observador sino mostrar en primera persona la soledad y violencia de la adicción a la heroína. En las imágenes sólo aparece el y se puede ver en primer plano como se inyecta la droga en la vena sin ningún pudor.
Por suerte Graham lleva limpio y sin consumir desde 2010 después de cuatro meses en la cárcel de Rikers Island. Un raro programa de rehabilitación en la prisión y un juez compasivo lograron que obtuviera la libertad.
Graham asegura en esta entrevista que todavía se considera un adicto y relata cómo se dio cuenta de que era un adicto cuando “empecé a consumir drogas por la mañana cuando me levantaba. Es entonces cuando te das cuenta”.
En su bajada a los infiernos Graham relata cómo estuvo primero enganchado a la cocaína antes de probar por primera vez la heroína. “Estaba tan deprimido una mañana tras una fiesta que decidí meterme una raya de la cocaína que me quedaba la noche anterior. Pensé en ese momento que podía comerme el mundo, fue así como empecé a drogarme por las mañanas”, explica Graham.
El fotógrafo está seguro de que no volverá a consumir nunca pero asegura que “siempre ha una pequeña posibilidad de que cualquier persona pueda recaer, pero no se preocupa, el proceso de recuperación ha sido tan esclarecedor que no imagino nada que pueda devolverme de nuevo a los infiernos de la droga”.