SEXTO DÍA DE BÚSQUEDA EN LOS ALPES
Los investigadores franceses avanzan en el análisis de los restos humanos encontrados en el lugar del siniestro del A320 en los Alpes franceses y hoy aseguraron que ya manejan el ADN de 78 individuos diferentes.
Se trata de más de la mitad de los 150 ocupantes del avión, aunque todavía no se ha puesto nombre a esos restos, ya que para ello es preciso cruzar los datos extraídos en el laboratorio de campaña de Seyne-les-Alpes con las muestras recogidas a sus familiares y custodiadas en París.
Posiblemente, la fiscalía pida análisis complementarios de piloto y copiloto, como reza el protocolo habitual en cualquier accidente
Esta segunda etapa, que no se afrontará hasta que se termine la de recogida de restos, será la que permita identificar a cada uno de los pasajeros, siempre y cuando se encuentren muestras analizables de todos ellos, dijeron fuentes de la investigación.
El dispositivo médico, psicológico y logístico de apoyo a las familias de las víctimas del accidente del avión entre Barcelona y Düsseldorf se mantuvo hoy en marcha en los Alpes franceses. La recogida de restos continuó al ritmo ya habitual que han impuesto los investigadores, con medio centenar de vuelos de helicóptero diarios y medio centenar de personas trabajando sobre el terreno.
Para acelerar ese ritmo, indicó el fiscal de Marsella, Brice Robin, encargado de la investigación, está previsto abrir un camino para que puedan circular vehículos y que conducirá hasta el epicentro del drama, lo que puede facilitar las labores. Pero no se espera que éstas terminen antes de diez días, según los investigadores, que todavía precisarán de más tiempo para identificar a los fallecidos. Solo cuando termine ese laborioso proceso, los restos serán entregados a sus familiares.
Es muy posible que la fiscalía ordene análisis complementarios del piloto y el copiloto, tal y como reza el protocolo habitual en cualquier tipo de accidente. La labor de recogida de restos está siendo lenta porque los investigadores franceses están procediendo a un minucioso peinado de la zona. Muchos de ellos se encuentran debajo del fuselaje del avión, lo que precisa de un gran esfuerzo para recuperarlos. Otros están incluso enterrados en el terreno pedregoso.
Esas labores se desarrollan en paralelo a la búsqueda de indicios materiales que puedan aportar datos a la investigación sobre las causas del accidente. Atención especial merece la segunda caja negra, que tras seis días de registro intensivo de la zona todavía no ha aparecido pese a que su hallazgo ha sido considerado prioritario desde un primer momento.
Los investigadores consideran que la violencia del choque a 700 kilómetros por hora contra una roca dura dificulta su hallazgo, pero confían en que la carcasa blindada en la que está instalada haya salvaguardado su contenido. No se descarta, incluso, que la caja negra esté enterrada, lo que retrasaría su hallazgo. Pero los especialistas no se alarman por la tardanza.
No se descarta, incluso, que la caja negra esté enterrada, lo que retrasaría su hallazgo
"En el fondo, no ha pasado tanto tiempo", aseguró un gendarme implicado en la investigación. Los restos están desperdigados por una gran superficie en un terreno irregular en el que los investigadores no se mueven con facilidad, por lo que tienen que ser ayudados por socorristas de montaña, lo que frena su labor. Esa segunda caja negra contiene el registro de todos los parámetros técnicos del vuelo y puede ser muy valiosa para completar el relato de lo sucedido que se desprende de la primera, hallada el mismo día de la colisión.
Del análisis de la primera, donde está grabado el sonido de la cabina, el fiscal extrajo la conclusión de que el copiloto, el alemán Andreas Lubitz, estrelló de forma voluntaria el aparato. El avión Airbus de la aerolínea Germanwings cubría la ruta entre Barcelona y Düsseldorf cuando Lubitz presuntamente lo estrelló contra un macizo de los Alpes franceses, el pasado martes.
La mayoría de los pasajeros eran españoles y alemanes. Según informó el diario 'Le Parisien', el copiloto sufría de un Trastorno de Ansiedad Generalizada para el que le habían recetado un medicamento neuroléptico.