Accidente aéreo
El enorme boquete abierto en un avión en pleno vuelo, pudo haber sido ocasionado por un fallo técnico. Ocurrió poco después de despegar. Los pasajeros todavía estaban en sus asientos con los cinturones abrochados, lo que contribuyó a que los 177 pasajeros salvaran sus vidas.
Escuchar un mensaje así en pleno vuelo: "acabamos de despresurizar, estamos declarando una emergencia. Necesitamos descender a 10.000 pies", es la mayor pesadilla de muchos. "Escuché como una explosión y vi un agujero del tamaño de una nevera", declara uno de los pasajeros.
En el enorme agujero abierto en el flanco izquierdo del avión, había una puerta de emergencia. "Se desprendió y llegó a desacoplarse", explica Francisco Cruz, del departamento técnico de Sepla. El avión es demasiado nuevo como para hablar de desgaste. Tampoco volaba muy alto, a unos 3.000 metros. "Ni siquiera volaba a su máxima capacidad de presurización. Debe ser una anomalía técnica", nos cuenta el piloto Alberto Rodríguez.
Ahí es donde se centra la investigación. Porque el desprendimiento de una pieza en ese momento podría haber sido fatal. "Imagínate que le da un un timón de dirección o en un motor, puede causar un fallo de motor o un fallo de control", asegura Paco.
El cinturón de seguridad salvó la vida de los pasajeros más cercanos al agujero. Alberto explica que "de no tenerlo puesto algunos pasajeros habrían salido succionados por la diferencia de presiones".
Si este suceso ocurre a máxima velocidad y altura, las consecuencias hubieran sido devastadoras,. "La succión de todo lo que está suelto, incluso personas; la temperatura pasa de 20 grados a menos 56 y una niebla densa", relata Alberto.
Estados Unidos ha prohibido cualquier vuelo de este modelo de avión hasta que se esclarezcan los hechos.