Guerra Rusia y Ucrania
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo ha dicho alto y claro: "Hay que estar preparados para un corte total del gas ruso". Por eso ha pedido a los países que se preparen para el peor escenario: "Nos tenemos que preparar para más disrupciones en el suministro de gas, incluyendo un corte completo por parte de Rusia. Hoy, 12 Estados miembros se ven afectados parcial o totalmente por reducciones en el suministro de gas. Es obvio que Putin sigue usando la energía como arma", ha apuntado la presidenta desde Estrasburgo.
Europa busca un plan B
Es el momento de tomar decisiones y buscar alternativas porque "Europa ahora mismo tiene un gran problema". Bruselas está preparando un plan de emergencia que presentará en dos semanas y que requiere "coordinación y acción en común". "Tenemos que asegurar que, en el caso de una disrupción total, el gas fluya hacia donde es más necesario. Tenemos que tener solidaridad europea y proteger el mercado único y las cadenas de valor de la industria", ha insistido la política.
Energía nuclear y carbón
Y precisamente, ese plan B podría estar en las nucleares: "El mensaje que nos ha lanzado Europa es que estas fuentes hay que cuidarlas y hay que usarlas", explica Roberto Gómez, profesor de la Universidad Europea de Valencia.
Esto se haría alargando la vida útil de las centrales que ya existen. "Son un salvavidas que puede permitir que nuestra demanda de gas no sea tan alta", detalla el experto.
No obstante, existen otras alternativas, pero no serían tan inmediatas y conllevarían sacrificar los objetivos climáticos comunitarios. Ejemplo de ello es el carbón. Algo que ya han puesto en marcha países como Alemania, que ha asumido un aumento de las emisiones por la vuelta al carbón, y Austria, que tras abandonar el carbón hace dos años, ahora vuelve a recuperarlo para asegurarse el invierno.
¿Otra alternativa? "Una implementación bien decidida por las energías renovables", cuenta Eloy Sanz, investigador de ingeniería energética de la URJC. Y todo esto llega justo en un momento en el que Estados Unidos se ha convertido, por primera vez, en el principal exportador de gas natural licuado (GNL) a Europa.