Opinión
Esther Vaquero nos da su opinión sobre la situación política que está viviendo el Reino Unido tras la dimisión de la primera ministra británica, Liz Truss.
Están los británicos estos días para entonar un "Dios salve al gobierno". En los últimos 6 años, han visto pasar por Downing Street a cinco primeros ministros y ahora la residencia oficial vuelve a estar vacía. Hay memes que lo anuncian como apartamento turístico, "perfecto para estancias cortas".
Liz Truss ya es su primera ministra más breve y la última investida por Isabel II. Estaban acostumbrados los británicos a pocos vaivenes en su jefatura de gobierno -pisaban algún charco de vez en cuando, pero nada parecido al caso italiano o español- y prácticamente a ninguno en su jefatura de Estado -porque el reinado de Isabel II duró 72 años-. Pero el charco actual es una buena piscina: la economía inglesa está bajo mínimos, su inflación es la más alta en 42 años y además sobrevuela la amenaza de una secesión en Escocia. Las cosas se han complicado mucho también con el jardín del Brexit.
Este caos político ha disparado el apoyo a los laboristas, que están salivando y piden elecciones. Si tiene que ser Boris Johnson el que vuelva para cerrar el círculo, los periodistas somos todo ojos y oídos. Decir que estamos perplejos se queda corto.