PARA ÉL, LAS FRAMBUESAS TIENEN SABOR AZUL
La sinestesia se conoce como la sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él. Este curioso fenómeno neurológico lo siente en primera persona George, un estadounidense de 45 años que ha preferido no revelar su identidad, que asocia colores en los sabores y que tiene la capacidad de poder ver los olores.
George tiene desde los 18 años antecedentes de hipertensión cuando sufrió una pequeña hemorragia en la parte izquierda del tálamo, que afectaba a otras partes corporales. Nueve meses después del derrame cerebral, George se percató de que recibía experiencias sensoriales y emocionales que no eran normales. "Las frambuesas para mí tienen sabor azul. Es un tono especial de azul y, cuando lo veo, siento el sabor de las frambuesas", explica el afectado de la sinestesia en la revista 'Neurology' de la edición de agosto.
El caso lo explica Tom Schweizer, neurólogo y director del Programa de Investigación de Neurociencias del Hospital St. Michael de Toronto, que asegura que es un caso poco dado en la humanidad y que fue conocido tras someterlo a un estudio de resonancia magnética funcional a través de la música que aparece en la película de James Bond. "Es como volar sobre las bandas de sonidos a través del cosmos a la velocidad de la luz", asegura George, que entra en estado de euforia cuando lo escucha.
"Para George, el azul es lo más desagradable y el amarillo el más suave. Lo vimos en su respuesta gradual durante la resonancia", asegura Schweizer. "Lo importante es que la sinestesia inducida por el color es diferente de la otra respuesta que era auditiva", añadió.
Poco común
El caso de George es el segundo fenómeno de sinestesia que se ha documentado sobre personas humanas con congestión, como resultado de un accidente cerebrovascular, según los doctores del hospital St. Michael de Toronto.
George tiene la capacidad de poder controlar los sentidos y de bloquearlos cuando él quiera, algo vital según admite el propio afectado. “Si no pudiera controlarlo, sería un horror", aseguró.
La sinestesia se ha convertido en una sensación familiar para George, pero a la que tardó en acostumbrarse porque tenía la sensación de estar volviéndose loco. "Si pudiera recobrar mi estado de salud anterior a costa de perder la sinestesia, no querría", aclaró.