CUATRO DÍAS DESPUÉS DEL DESPRENDIMIENTO DE TIERRA

Los equipos de rescate dejan de buscar supervivientes en Washington

En las últimas horas se han recuperado dos cuerpos y se han localizado ocho más sepultados bajo el lodo. Hasta el momento han muerto 24 personas. La inestabilidad del terreno dificulta la búsqueda de los 176 desaparecidos.

Las autoridades encontraron diez nuevas víctimas mortales en el desprendimiento de tierras ocurrido el sábado en una zona rural de Washington (costa oeste), lo que eleva la cifra de fallecidos a 24, mientras 176 siguen desaparecidos y se aleja la esperanza de hallar supervivientes. A última hora de la tarde, las autoridades del condado de Snohomish, al que pertenece la población de Oso donde ocurrió el suceso, informaron a los periodistas de que los equipos de rescate han recuperado dos cadáveres más y localizado otros ocho, que se suman a los 14 hallados hasta este momento.

El jefe de bomberos del distrito 21 del condado, Travis Hots, expresó su "decepción" por no haber encontrado en cuatro días completos de búsqueda intensa "ningún signo de vida" y expresó sus condolencias a quienes han perdido a familiares en la tragedia. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó una declaración de emergencia para acelerar la respuesta ante este suceso, ocurrido el sábado cuando una avalancha de tierra y lodo sepultó en pocos segundos 49 viviendas del pequeño pueblo de Oso, donde viven unas 200 personas y que está a 60 kilómetros al noroeste de Seattle, uno de los principales centros urbanos del país.

Al término de la cuarta jornada de búsqueda, crece el desaliento entre los equipos de rescate y los familiares de los desaparecidos, quienes, según han explicado a los medios locales, comienzan a pasar de la esperanza a la aceptación del peor escenario. La inestabilidad del terreno inundado de lodo y la amenaza de nuevas lluvias complican las labores de rescate y la estimación del balance de víctimas, lo que llevó el lunes a que en menos de 24 horas la cifra oficial de muertos pasara de 8 a 14 y la de desaparecidos de 18 a 108 y, poco después, a 176.

Esto ha hecho que crezca la angustia y la incertidumbre entre los familiares y vecinos de la zona, mientras que las autoridades tratan de mantener la esperanza e insisten en que la operación en marcha no es sólo de recuperación tras la catástrofe sino que sigue siendo también de rescate. "Ya lo he dicho antes, yo creo en los milagros. Creo que la gente sobrevive a sucesos como este", dijo en declaraciones a los periodistas el responsable del departamento que gestiona las emergencias del condado, John Pennington, tras insistir el lunes en que el hecho de que se calculen 176 desaparecidos no quiere decir que todos ellos hayan muerto.

Menos optimista se mostró un portavoz de la policía local al afirmar: "Estamos esperando un milagro, pero nos estamos preparando para una operación de recuperación". Las autoridades consideran las lluvias torrenciales de las últimas semanas y la historia geológica de la zona como causas principales del suceso, que habría tenido consecuencias menos graves, según los expertos, si se hubiera prevenido a la población y si las viviendas de la zona estuvieran hechas de materiales de mejor calidad.

Aunque Pennington calificó el suceso como "completamente imprevisible", el diario The Seattle Times ha sacado a la luz numerosos informes geológicos en los que se advertía de que el área corría peligro.

El presidente Obama habló por teléfono con el gobernador del estado, Jay Inslee, para informarle de la declaración de emergencia federal, según explicó él mismo desde La Haya en una rueda de prensa tras participar en la III Cumbre de Seguridad Nuclear. "Nos tenemos que asegurar que recibe (Inslee) todos los recursos que necesita (...). La Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA) y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército también ha sido enviado a ayudar", explicó Obama.

En la zona del suceso las casas están distribuidas de manera dispersa en medio de la naturaleza, en muchos casos se trata de hogares prefabricados o incluso caravanas, y los vecinos tienen ingresos bajos o medios. Sólo la mitad de las casas destrozadas estaban habitadas de manera permanente, puesto que la población de Oso es variable, uno de los factores que alimentaban hasta ahora las esperanzas de las autoridades en que la cifra de reportados como desaparecidos incluya a personas que no estaban en la zona en el momento del suceso.

El desprendimiento de lodo que aplastó las viviendas de esta pequeña zona rural no pudo llegar en peor momento, ya que se produjo el sábado por la mañana, cuando la mayoría de los residentes estaban en sus hogares y no en el trabajo o en las escuelas, como habría ocurrido en un día laborable.

Las tareas de rescate se ven ralentizadas porque el terreno está inundado y un voluntario resultó herido aunque no de gravedad debido a estas duras condiciones. Además, se preven nuevas lluvias para los próximos cuatro días que podrían provocar nuevos desprendimientos.

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