Guerra en Ucrania
El asesor del ministro del Interior, Anton Gerashchenko, ha difundido en sus redes sociales una comparativa de tres imágenes de Vladímir Putin que respaldarían la versión de que el verdadero mandatario ruso no estuvo en la región del Donbás.
El pasado domingo, 19 de marzo, el presidente de Rusia realizó un viaje sorpresa a la ciudad ucraniana de Mariúpol. Una visita que desencadenó reacciones adversas. Entre ellas, la de Anton Gerashchenko, asesor del ministro del Interior, quien planteó en sus redes sociales que el mandatario envió un doble en su lugar.
A través de su cuenta de Twitter, Gerashchenko publicó una serie de mensajes y evidencias donde insinuaba que el hombre que se vio en las calles destruidas de Mariúpol no es Putin, que esta semana ha recibido la visita de Xi Jinping, sino su doble. "¿Qué te pasa en la barbilla, Putin?". "Parece que últimamente sus maquilladores tuvieron que trabajar con una copia de bastante baja calidad, ni siquiera un doble, sino su copia. Me pregunto cuál de ellas era real" se puede leer en una publicación acompañada por una imagen donde compara la mandíbula del presidente ruso en tres ocasiones distintas.
Son tres momentos del presidente ruso en los que su barbilla no sería la misma. Sin embargo, otras teorías lo desmontan. De entre todas ellas, al menos la primera imagen con fecha del 21 de febrero, no corresponde con la realidad.
Ese día Putin estaba dando el discurso de la nación. Esa foto se hizo en 2020. Aunque la más llamativa de las imágenes venía a raíz de la visita a Mariúpol en la que el supuesto Putin se atreve a conducir, sin ningún temor, por las calles de Mariúpol. Un detalle sorprendente porque Putin se caracteriza por ser extremadamente precavido. Tanto, que descarta viajar en avión y, en su lugar, hizo construir trenes imposibles de rastrear para poder usar en sus viajes. Aquellos que se muestran contrarios a esta teoría, argumentan que se trata simplemente de un cambio en la posición según el gesto de la boca.
Pero si hay algo seguro es que Putin tenía que hacer caso a las exigencias de los suyos y visitar Mariúpol o que al menos lo pareciese.