Francia
El presidente francés está realizando una visita a la Polinesia francesa y aunque a su llegada a recibido una calurosa bienvenida, son varios los ciudadanos que siguen reclamando el perdón público del dirigente por los ensayos nucleares que se realizaron en la excolonia francesa.
En la Polinesia francesa hay un ritual y una costumbre para los que llegan nuevos a su territorio. Una especie de ofrenda de paz y muestra de respeto, especialmente para los dirigentes de otros países que realizan alguna visita al archipiélago. Colocan collares de flores sobre el cuello del invitado. Precisamente, con esta peculiar bienvenida ha sido recibido el presidente francés, Emanuel Macron, aunque los gestos de cariño han ido a más y según avanzaba la mañana, Macron acumulaba más y más collares hasta que finalmente ha necesitado la ayuda de sus guardaespaldas porque se había quedado enredado.
Pese a la calurosa bienvenida, el ambiente vivido en las calles durante los primeros días de su visita a la excolonia francesa han resultado algo tensos por la presión a la que se ha expuesto para que se disculpe por los daños causados durante las pruebas nucleares que su país realizó durante décadas en el territorio del Pacífico sur.
30 años de pruebas nucleares secretas
Este es uno de los motivos por el que Macron realiza la visita a la Polinesia. Tiene previsto abordar el legado de las pruebas nucleares realizadas entre 1966 y 1996 en un momento en el que Francia desarrollaba armas atómicas. Fueron unos 30 años de experimentos en Tahití, principal isla del país, que aún arrastran los ciudadanos polinesios. Durante estos años los habitantes estuvieron expuestos a la reactividad sin saberlo, tal y como recoge el libro 'Tóxico', una investigación llevada cabo por los medios 'Radio France' y 'Disclose' a partir de unos archivos que fueron desclasificados en 2013.
A las evidencias de este documento, también se suma que, en 2016 el que fue presidente francés, François Hollande, reconoció el impacto medioambiental de estos ensayos y también las consecuencias sanitarias que produjeron en la isla, así como el derecho de reparación de los habitantes que de momento a día de hoy no han llegado.
La Seguridad Social del país reclama al Estado francés entorno a 670 millones de euros en concepto de reembolso por los tratamientos de las enfermedades que se han ido derivando de las radiaciones a las que estuvieron expuestos alrededor de 110.000 personas, lo que supone casi la totalidad de la población de los archipiélagos en la época en la que fueron realizados estos ensayos.