Estudios
Alem Hadzic tuvo que enterrar a su padre horas antes de graduarse en el instituto.
La graduación del instituto se trata de un momento emotivo para miles de estudiantes y sus familias, ya que supone cerrar una etapa tras mucho esfuerzo y comenzar una nueva, a menudo lejos del hogar.
Para algunos estudiantes, llegar al día de la graduación puede ser mucho más difícil que para otros, y este ha sido el caso de Alem Hadzic, de 18 años. El joven perdió a su padre un día antes de graduarse, pero esto no le impidió pronunciar un emotivo discurso durante el acto.
"Mi padre murió ayer, 15 de mayo de 2024", comienza afirmando. "Hoy asistí a su funeral justo antes de la graduación, por eso mis zapatos están embarrados, por eso mis brazos están temblando", señala. Hadzic continúa su intervención visiblemente emocionado, explicando que tuvo "que llevarlo a su tumba, y enterrarlo". "No puedo quedarme aquí y fingir que quiero estar dando este discurso ahora mismo. Pero no puedo tirar por la borda todo lo duro que trabajó para que yo lo lograra. Y por eso voy a ir a la universidad y voy a pasar cada hora de cada día trabajando tan duro como pueda para conseguir todos mis objetivos, porque eso es lo que él quería y voy a hacerlo por él", alega.
A continuación, Alem Hadzic apela directamente a sus compañeros pidiéndoles mirar "a vuestros seres queridos y decirles que haríais lo mismo. Porque sé el tipo de personas que sois", finaliza mientras los asistentes al acto rompen en aplausos.
Al igual que Alem, otros estudiantes se acuerdan especialmente de aquellos que no los han podido acompañar en el día de su graduación. Este fue el caso de Marta Martínez, una joven de 25 años vecina de la localidad de Tui, Pontevedra que acababa de terminar Educación Infantil. Marta quería que sus tres abuelos estuvieran presentes, pero finamente no pudo ser, ya que unos días antes uno de sus abuelos fue ingresado por una neumonía.
De esta forma, mientras sus compañeros se comenzaban la cena de celebración, la joven cogió su coche, aun con la banda puesta, y recorrió los 100 kilómetros que separan su campus de Ourense del Hospital Álvaro Cunqueiro en Vigo. "Mi abuelo por suerte está bien, es algo de lo que se va a recuperar, pero yo lo que quería era estar con ellos en ese día tan importante, necesitaba darles un abrazo, por eso decidí ir al hospital", explicaba Marta.
Antes de salir les llamó por teléfono: "Les conté cómo había ido todo y les dije que me iba a celebrarlo. Cuando me vieron aparecer la sorpresa fue tremenda".
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