El petróleo se ha considerado el recurso que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial
En su día a día Charity se enfrenta a una elección terrible: dar a sus tres hijos agua sucia o nada. Como ella, 68 millones de personas no pueden hacer un gesto aparentemente tan simple como abrir el grifo y que salga agua. En esta situación de precariedad, los más vulnerables a la escasez del agua son los niños. “Tienen tres veces más probabilidades de morir por causas asociadas a la falta de agua o a higiene o saneamiento, que por el conflicto en sí mismo”, nos cuenta Silvia Gaya, portavoz de Unicef y especialista en agua y saneamiento en zonas de conflicto.
Casi una quinta parte de la población mundial, unos 1.200 millones de personas, vive en áreas con recursos hídricos limitados. La falta de agua no es solo es un fenómeno natural sino que también es causado por la acción del ser humano. Este problema se agrava en zonas inmersas en conflictos bélicos, donde el agua es la principal arma de guerra.
Los ataques sistemáticos a infraestructuras de agua potable no solo matan vidas, también devastan familias, incluso ciudades enteras. “Cuando la gente se queda sin agua, está forzados a moverse. En 2017 solo se calculó que 68,5 por ciento de las personas que se desplazaron, lo hicieron de forma voluntaria. De ellos la mitad eran niños”, explica Gaya.
Según datos de Naciones Unidas, en el mundo hay suficiente agua potable para abastecer a los 7.000 millones de personas que lo habitan. Sin embargo, las reservas están distribuidas de forma irregular y a menudo el agua se desperdicia, está contaminada o se gestiona de forma poco sostenible.
En 2011 el primer levantamiento contra el gobierno sirio no fue por razones políticas, sino por el agua. Las graves sequías se convirtieron en caldo de cultivo de una revuelta brutalmente reprimida. El petróleo se ha considerado el recurso que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial. Ahora el agua está también en el punto de mira.