Se combate barrio por barrio
Situada a 160 kilómetros de la capital de Irak, Tikrit es un enclave simbólico y estratégico. Allí nació Sadam Husein. Su conquista por parte de los islamistas radicales, el pasado mes de junio, significó la división del país y la interrupción de las comunicaciones con el norte.
Reconquistar Tikrit es clave para las fuerzas leales al Gobierno de Bagdad. Su liberación abriría la ruta para alcanzar Mosul, el bastión de los terroristas de Estado Islámico. Ni Estados Unidos ni ningún país aliado participan en esta ofensiva.
Asesorando, apoyando a esas tropas se encuentra Irán. Los países árabes están preocupados por su creciente influencia. Pero Teherán se defiende y asegura que su único objetivo es frenar a los combatientes del Estado Islámico.
Los habitantes de Tikrit, de mayoría suní, temen las represalias de las milicias chiíes si logran echar a los yihadistas. Desde la caída del dictador Sadam Husein, su localidad natal siempre ha sido un foco insurgente. Temen que les acusen de colaborar con Estado Islámico. Las tropas iraquíes deberán proteger ese delicado equilibrio y evitar a toda costa una confrontación religiosa para conseguir derribar la bandera negra del islamismo radical.