Reino Unido
Llegaba como la nueva Margaret Thatcher, y se va sin pena ni gloria. Liz Truss ha tenido el mandato más breve de Reino Unido. Pero, a la vez, su gobierno y las circunstancias que lo han rodeado, son de carácter histórico.
Al final, ganó la lechuga. El 'Daily Star' hizo un meme con una fotografía de la ya ex primera ministra británica, Liz Truss, y una lechuga con una peluca rubia, ojos y manos, preguntando quién aguantaría más: la hortaliza antes de pudrirse, o la líder de los conservadores en Downing Street. Lo que empezó como una broma, ha terminado por hacerse realidad, con Truss sucumbiendo en una situación que deja herido de muerte al Partido Conservador británico.
Tras ganar unas primarias que le fue muy difícil remontar, Liz Truss empezó como primera ministra con la situación más complicada que podía imaginar. Dos días después de jurar el cargo, murió la reina Isabel II. Con ello, activó la 'Operación Puente de Londres', y tuvo que afrontar la mayor crisis de Estado desde el fin de la II Guerra Mundial, trayendo consigo un histórico funeral de Estado y una movilización inédita de la población británica para despedir a su reina.
Una vez realizada la transición, y siendo ya Carlos III el nuevo rey, Truss pasó a centrarse en la gobernabilidad. Sin embargo, no pudo empezar peor: su plan de rebajas fiscales provocó el mayor desplome de la libra en medio siglo. Los mercados, temerosos de su firmeza, se fueron a pique, y ella tuvo que dar marcha atrás. Desde entonces, todo siguió yendo a peor. Y así ha sido hasta el último día en que ha ejercido como primera ministra de Reino Unido.
Cesiones, sustituciones y un mandato de apenas dos meses
Tras las críticas por su plan fiscal, el cual prometió defender con toda firmeza, Truss rectificó, mostró síntomas de debilidad y dejó boquiabiertos a sus compañeros del Partido Conservador al verla achantada, puesto que veían en ella a una líder capaz de sobreponerse a las circunstancias. Para agradar a los más críticos, entregó la cabeza de suministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, y le relevó por Jeremy Hunt. Aunque este último trató de apaciguar los ánimos, la situación era ya crítica.
Este pasado 19 de octubre, dimitió la ministra del Interior. Lo hizo horas después de que Truss volviera a rectificar con las pensiones y anunciara que las revalorizaría, pese a que lo había negado. Ya por la noche, una monumental bronca en el Parlamento, entre cruces de acusaciones de insultos y agresiones físicas para no romper la disciplina de voto. La situación se volvió insostenible y la única cabeza que pasó a interesar era la suya. Y así ha sido: el mandato de Truss se ha podrido antes de lo previsto y ha llegado a su fin. Y, mientras tanto, la lechuga ha sobrevivido y se erige como la gran triunfadora de la batalla política en Reino Unido.