HOMENAJES EN TODO EL PAÍS
Una semana después del fatal terremoto que devastó el noroeste de Ecuador, los ciudadanos se debaten entre el miedo que les producen las réplicas y el deseo de volver a la normalidad y levantan de nuevo, aunque sea de forma precaria, lo que perdieron cuando tembló la tierra.
Restablecer alguna rutina aún es imposible en Manta, una de las ciudades más afectadas por el sismo de magnitud 7,8 en la escala abierta de Richter que causó al menos 650 muertos y 12.492 heridos y sumió a los ecuatorianos en un estado de zozobra del que no logran salir.
A ello contribuyen los mensajes de origen desconocido que les alertan de que habrá un terremoto peor, seguido de un tsunami que barrerá Manta y otras ciudades de la costa; rumores que los ciudadanos descartan al levantarse pero que pesan cuando llegan las réplicas.
Aún hay 25.000 personas que duermen en refugios temporales. Hay niños y adultos, cada uno con su historia de dolor, de miedo, de incertidumbre. Mientras, los arquitectos voluntarios se esfuerzan en inspeccionar los edificios y los marcan con rojo o verde, según la posibilidad de que haya un derrumbe.