Perfil
A Donald Trump le retrata una de sus frases más célebres. La pronunció durante la campaña electoral previa a los comicios de 2016, que le convirtieron en presidente: "Podría ponerme en medio de la Quinta Avenida y disparar a alguien, y no perdería ni un solo votante". Desde siempre se ha sentido impune. Por ejemplo, un oportuno certificado médico le libró de ir a la guerra de Vietnam.
Nieto de inmigrante alemán, millonario por herencia de un padre constructor que le educó para pelear en los negocios sin escrúpulos, Donald Trump no se conformó con ser rico, su ego le exigía ser una estrella. Desprovisto de pudor, se volvió omnipresente. Apareció en 14 películas, la más conocida 'Solo en casa', y tres series, entre ellas 'El príncipe de Bel Air' o 'Sexo en Nueva York', haciendo siempre de sí mismo. Invirtió en hoteles, casinos, campos de golf, concursos de belleza como Miss Universo... y cuando su imperio amagó con derrumbarse, convirtió su apellido en una marca. Vodka, carne, colonia, zapatillas, juegos de mesa, un reality llamado 'The apprentice' (El aprendiz).
En 1999 dijo por primera vez, en una entrevista en la CNN, que "no estaría mal" serpresidente. Se afilió a los demócratas porque le caía mal el entonces presidente George Bush Jr., pero años después cambió de bando y se afilió al partido Republicano. Aferrado a la bandera, llegó a la presidencia con el eslogan "Hacer a América grande de nuevo", que le copió a Ronald Reagan, por quien siempre ha mostrado admiración.
Sacó a Estados Unidos de los Acuerdos contra el Cambio Climático, del Tratado de seguridad nuclear y se mostró hostil con la OTAN, a la que acusaba de abusar económicamente de los Estados Unidos. Contra la pandemia propuso inyectar "desinfectante", para sonrojo de expertos. En política exterior peloteo con Rusia y amor con Corea del Norte. Tras reunirse con Kim Jong-un, llegó a declarar : "Nos enamoramos, es así. Me escribe cartas muy bonitas".
El asalto al Capitolio, que casi cuatro años después define como "un día de amor" que no enterró su carrera política. Y tampoco las condenas judiciales por abuso sexual y por sobornar a una actriz porno a cambio de que ocultara que habían tenido una relación, ni las imputaciones por llevarse a casa documentos ultrasecretos, por fraude fiscal o por intentar manipular las elecciones.
El primer presidente de la Historia con ficha policial ha aprovechado los dos recientes intentos de asesinato para venderse como una especie de superviviente elegido por Dios. Ni siquiera su concepto flexible de la verdad, que ilustra bien su frase en el debate presidencial con Kamala Harris, cuando dijo que en Springfield, Ohio, "los inmigrantes se están comiendo a los perros y los gatos", le ha quitado opciones de, a sus 78 años, emprender un último baile en la Casa Blanca.
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