Sentencia
Pelicot fue declarado culpable de drogar y violar sistemáticamente a su esposa, Gisèle Pelicot, entre 2011 y 2020, además de orquestar encuentros en los que más de 50 hombres abusaron de ella mientras estaba inconsciente.
El Tribunal Penal de Aviñón ha sentenciado a Dominique Pelicot, de 72 años, a 20 años de prisión por violación agravada y otros delitos conexos, en uno de los juicios más impactantes en la historia reciente de Francia.
Pelicot fue declarado culpable de drogar y violar sistemáticamente a su esposa, Gisèle Pelicot, entre 2011 y 2020, además de orquestar encuentros en los que más de 50 hombres abusaron de ella mientras estaba inconsciente. Este caso, seguido por medios de todo el mundo, ha expuesto las profundas fallas sociales en la respuesta a la violencia sexual.
Gisèle, de 72 años, decidió enfrentarse públicamente al proceso judicial, convirtiéndose en un símbolo global de la lucha contra la violencia de género. Optó por un juicio público para, en sus propias palabras, "cambiar de bando la vergüenza". Su valentía al revivir los episodios traumáticos ante el tribunal ha sido ampliamente reconocida, marcando un hito en la visibilización de la violencia sexual.
La fiscal del caso, Laure Chabaud, señaló que este proceso marca un "antes y un después" en la lucha contra la violencia sexual, destacando el coraje de Gisèle y su impacto en la concienciación social.
Miguel Lorente, experto en violencia de género, analiza el caso Pelicot como un punto de inflexión, pero también como un reflejo de los retos pendientes.
"Es un caso diferente, tanto por la forma en que se lleva a cabo la violencia sexual como por la actitud y respuesta que ha tenido Jessel Pelicot. Nos ha dado una lección de dignidad y una referencia para actuar en este sentido, dejando atrás lo que hemos hecho hasta ahora: ocultar a la víctima, lo cual facilita la perpetuación de mitos y estereotipos que culpabilizan y responsabilizan a las víctimas".
Lorente destaca el valor de Jessel Pelicot al optar por visibilizar su experiencia y enfrentarse públicamente a su agresor, convirtiéndose en una figura clave en la lucha contra la violencia de género.
"Si ahora somos conscientes de esa valentía, de toda la revictimización que supone experimentar y revivir una situación tan traumática como las agresiones sexuales, parece algo coherente y consecuente. Lo terrible es que no tengamos una sociedad capaz de apoyar tanto a las víctimas, que estas se vean tan reconocidas en lo que han vivido, que sean las primeras en denunciar y dar la cara para que otras mujeres se sientan respaldadas y también lo hagan".
Jassel enfatiza la falta de estructuras sociales que respalden a las víctimas de manera efectiva, subrayando que el trauma de las agresiones sexuales no debería ser agravado por el aislamiento o la indiferencia.
"Ha sido una situación que ha roto con todas las anteriores, pero, al mismo tiempo, debemos preguntarnos por qué no somos capaces, como sociedad, de hacer que esto ocurra habitualmente y que haya ocurrido antes".
Lorente llama a la autorreflexión colectiva, señalando que casos como el de Jessel Pelicot no deberían ser la excepción, sino el estándar en términos de justicia y apoyo social.
"No, por desgracia, tenemos que ser muy conscientes de que no. No podemos aprovechar esta situación para pensar que hemos conseguido que la vergüenza cambie de bando. Hasta ahora, lo que demuestra el caso de Pelicot es que reaccionamos como en tantos otros casos de violencia contra las mujeres, incluso ante las situaciones más graves y dramáticas. Ocurre igual cuando asesinan a una mujer: es solo una noticia más en las informaciones del día, y únicamente cuando se concentran los homicidios o hay un caso demasiado importante, nos detenemos un poco más".
Aunque este juicio ha logrado captar la atención mediática global, Lorente advierte que la sociedad aún tiene un largo camino por recorrer para garantizar que la vergüenza recaiga en los agresores y no en las víctimas.
"Pero creo que debemos aprovechar lo que ella ha hecho, dar ese primer paso para que las mujeres y la sociedad la acompañen. Sin embargo, no podemos pensar que, solo porque ha ocurrido esta violencia y porque ella ha reaccionado de esta forma, ya hemos conseguido que la vergüenza cambie de lado".
Lorente insta a que el ejemplo de Jessel Pelicot sea un catalizador para que más mujeres encuentren el apoyo necesario para denunciar y recibir justicia, evitando la reclusión en el silencio.
"Estamos hablando de una realidad social que, según la macroencuesta, da lugar a que cada día, en España, se produzcan aproximadamente unos 357 casos de violencia sexual. Cada día se perpetúa este tipo de violencia sexual desde la invisibilidad y el silencio. Por ello, tenemos que hacer algo más, no solo quedarnos con la referencia de Jessel Pelicot".
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