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Disturbios en Atenas tras el trágico choque de trenes

Aumenta el malestar contra el gobierno heleno tras el accidente ferroviario que ha dejado al menos 44 muertos

Los griegos están indignados. La tragedia de Larissa ha puesto en el ojo del huracán el precario sistema ferroviario que tiene el país. Cientos de personas protestaron anoche en Atenas frente a las oficinas de Hellenic Train, la empresa que opera la red de ferrocarriles en el país. El momento de mayor tensión se produjo cuando los manifestantes lanzaron piedras y cócteles molotov que fueron respondidos por la policía con gases lacrimógenos.

Los sindicatos del sector del ferrocarril además han anunciado para hoy jueves una huelga de 24 horas. Denuncian el deterioro y "la crónica falta de respeto mostrada por los diferentes Gobiernos" al sector ferroviario, lo que, según denuncian, "condujo al trágico resultado" del martes. No entienden, dicen, que tras la dimisión del Ministro de Transporte, el único detenido sea un empleado: el jefe de la estación de 59 años.

Este jueves se presentará ante la fiscalía tras reconocer, según informan los medios locales, que cometió un error cuando asignó al tren de pasajeros la misma vía en la que viajaba en dirección opuesta el tren de carga.

La última conversación del conductor

El diario griego The Toc ha publicado la transcripción de la última conversación del conductor con el jefe de estación:

Conductor: ¿Larissa está escuchando?

Jefe de estación: Está escuchando. Con el número 47 se pasa el semáforo de salida en rojo hasta el nuevo semáforo de entrada a Poros.

Conductor: Basil, ¿me voy?

Jefe de estación: Te vas, te vas.

Conductor: Listo, buenas noches.

Jefe de estación: Buena suerte.

Mientras los servicios de rescate continúan buscando, 24 horas después, cadáveres en los restos de los dos convoyes, Los bomberos han centrado en las últimas horas su labor en el tercer vagón del convoy de pasajeros donde ayer se pudieron recuperar varios cuerpos. Al menos 57 personas siguen hospitalizadas, seis de ellas en cuidados intensivos. Muchas de las víctimas eran jóvenes universitarios que regresaban a Salónica tras un puente festivo.

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