Submarino Titán
Los multimillonarios siguen comprando vehículos submarinos de lujo para explorar las profundidades oceánicas, pese al riesgo de accidentes fatales como el que sufrió el Titán el pasado mes de junio.
El mercado de los submarinos privados está en auge. A pesar del accidente fatal que acabó con la vida de cinco hombres que implosionaron al intentar alcanzar los restos del Titanic el pasado 18 de junio, los ricos del planeta no han dejado de invertir en estos juguetes acuáticos que les permiten sentirse como aventureros submarinos.
Según datos de las principales empresas fabricantes, como U-Boat Worx o Triton, las ventas y los pedidos de submarinos de lujo se han disparado en las semanas posteriores al siniestro del Titán. U-Boat Worx logró vender cuatro unidades en poco tiempo, lo que es mucho para un mercado tan exclusivo. Triton, por su parte, nunca había tenido tantos pedidos como ahora y está fabricando más submarinos que nunca.
Los precios de estos vehículos submarinos varían según el número de plazas y la capacidad de inmersión. El más barato ronda los dos millones y medio de euros y solo puede transportar a dos personas hasta 200 metros bajo el agua. Los más sofisticados tienen forma de concha, están hechos de titanio y pueden albergar hasta seis pasajeros que pueden admirar la vida marina a través de grandes ventanas esféricas.
El Titán que implosionó cuando intentaba alcanzar los restos del Titanic es el modelo más avanzado y caro del mercado, costaba casi 35 millones de euros y podía descender hasta 11 mil metros de profundidad.
Los aficionados a estos submarinos privados se reúnen cada año en una feria de lujo en Mónaco, donde exhiben sus modelos y comparten experiencias. También hay empresas que ofrecen tours submarinos por diferentes destinos, como las Maldivas, el Caribe o el Mediterráneo. Algunos incluso se atreven a visitar los restos de barcos hundidos, como el Titanic o el Bismarck, aunque tras la tragedia del Titán se han impuesto mayores medidas de seguridad y control.
Los expertos advierten que estos submarinos no son un juguete cualquiera, sino que requieren un mantenimiento adecuado, una formación específica y un respeto por el medio ambiente. También alertan de los posibles conflictos que pueden surgir entre los propietarios de estos vehículos y las autoridades marítimas, que pueden ver amenazada su soberanía o su seguridad por la presencia de estos intrusos acuáticos.