SE ENFRENTA A LA PEOR CRISIS DE LA ÚLTIMA DÉCADA
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, cumple este viernes un año en el cargo, un periodo marcado por las renovadas tensiones con Estados Unidos a cuenta de Venezuela y por el agravamiento de la economía de la isla, que se prepara para enfrentar la peor crisis de la última década. Con el fantasma del duro "periodo especial" de los noventa planeando sobre los cubanos y una nueva andanada de sanciones anunciadas por Washington esta semana, será probablemente un aniversario de pocas celebraciones para este ingeniero electrónico de 58 años convertido hace doce meses en el primer gobernante del "poscastrismo".
El 19 de abril de 2018 el general Raúl Castro (87 años), tras una década en el poder en el que sucedió a su hermano Fidel, pasó el testigo a un civil por primera vez en medio siglo, aunque sin soltar las riendas del todopoderoso Partido Comunista (único legal), que liderará hasta 2021. En ese relevo anunciado, el hasta entonces primer vicepresidente asumió el poder garantizando continuidad y escenificando un relevo generacional que para los críticos supuso una pantomima, dado el poder que aún acumulan los octogenarios comandantes de la Revolución que siguen en activo. Sin embargo, el nuevo mandatario ha exhibido un estilo diferente con constantes apariciones públicas, recorridos por el país para conocer la situación y continuas reuniones gubernamentales para analizar los crecientes problemas económicos.
La Administración de Donald Trump cercenó el histórico acercamiento fraguado por Raúl Castro y Barack Obama y llevó a mínimos una relación que Díaz-Canel no pudo reencaminar en su primer viaje al país vecino en septiembre pasado para la Asamblea de la ONU. No hubo reunión con Trump, pero sí una apretada agenda de encuentros con las principales empresas tecnológicas y artistas de ese país proclives al "deshielo".
La situación es a priori complicada, pero a juicio de López-Levy también brinda réditos políticos al nuevo líder. "La torpeza de la administración Trump al retrotraer la relación bilateral a un clima de hostilidad impacta desfavorablemente en la economía cubana, pero políticamente crea las condiciones ideales para un efecto de aglutinamiento en torno a la bandera", sostiene. Agrega que "cada minuto en que Cuba bajo Díaz-Canel desafía los dictados de Washington amplía sus credenciales de continuidad, otorgándole capital propio para una agenda de cambios en sus propios términos". En la arena internacional, el presidente mantuvo el compromiso con Maduro -de hecho su primer viaje oficial fue a Caracas- y la alianza boliviariana, recibió en la isla por primera vez en tres décadas a un jefe del Gobierno de España, también al heredero de la corona británica, y visitó a aliados como Rusia, China, Vietnam y Corea del Norte.
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