Guerra Rusia-Ucrania
Hemos atravesado ya Francia, cruzaremos Alemania y, en la noche de este jueves llegaremos a nuestro destino, Polonia.
Llevamos casi 24 horas de trayecto en el mismo autobús con destino a la frontera de Polonia con Ucrania. Y, sin casi paradas porque el objetivo es llegar lo antes posible al destino. El viaje se hace largo, pero el deseo de estar allí para poder entregar las ropas de abrigo y las medicinas a quienes tanto las esperan y las ganas de poder contarlo en primera persona, consiguen que relativicemos el cansancio hasta tratarlo casi como una anécdota.
"Nunca he conducido tantas horas", cuenta Ernesto Prieto, uno de los dos conductores de este convoy de ayuda humanitaria "merece mucho la pena porque llegar allí será algo muy especial", apuntilla.
Hemos atravesado ya Francia, cruzaremos Alemania y, en la noche de este jueves llegaremos a nuestro destino, Polonia. Durante todo el trayecto nos ha acompañado un sol que nos ha ido dando calidez a cada kilómetro recorrido como queriéndonos transmitir energía para lo que vamos a vivir. En Rzeszow, la ciudad polaca a la que nos dirigimos soportaban hoy los diez grados negativos.
Nuestra mente está ya allí y, muy especialmente con los refugiados que recogeremos. Nos cuentan que algunos de los que están asignados para viajar con nosotros no han conseguido todavía cruzar la frontera de Ucrania. Las colas son interminables y el éxodo es cada vez más difícil y duro. Si no llegan a tiempo tendrán que quedarse allí. La mayoría de los que viajarán con nosotros son mujeres y niños y la sola idea de pensar que podrían no conseguirlo, nos estremece.
El número de refugiados que han escapado de la guerra en Ucrania alcanza ya los dos millones en los 15 primeros días transcurridos desde la invasión rusa, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). De ellos, 800.000 son niños. En total a Polonia han llegado ya 1,3 millones de personas huyendo de la guerra.
Recibimos constantemente mensajes de amigos y conocidos que saben -a través de las Noticias de Antena3- que estamos embarcados en este viaje para cubrir informativamente la noticia. Son mensajes de ánimo pero, sobre todo, de ganas de ayudar. Sorprende la cantidad de personas que están más que dispuestas a acoger en sus pisos, casas o apartamentos a los refugiados.
En el autobús compartimos trabajo, silencios y también alguna intensa conversación. Hoy la solidaridad colectiva tan abrumadora nos ha hecho preguntarnos cómo es posible que una nación sufra una guerra que no encaja en estos tiempos, que nos retrotrae a lo más primitivo del ser humano que nos hace replantearnos la supuesta evolución de una humanidad que, en un chasquido de dedos, bombardea y destruye la vida, sin contemplaciones.