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Keri Redfearn, una madre de 32 años, pensó que había experimentado su peor pesadilla cuando se descubrió que su hijo de 10 años, Leo, tenía un neuroblastoma poco común, un tipo de cáncer. Sin embargo, cuatro meses más tarde, ella y su marido Shaun, de 59 años, recibieron un nuevo golpe cuando su hijo de seis años, Oliver, también fue diagnosticado con un linfoma no Hodgkin, otro tipo de cáncer.
Ahora los pequeños hermanos se enfrentan juntos al reto de sus vidas en camas contiguas, con el apoyo de su devastada familia. Según explica la madre, ambos se mantienen despiertos, con el pequeño Oliver animando a su hermano mayor a tomar sus medicamentos. La mujer estadounidense explica que "se pelean pero se aman mucho, son sólo hermanos típicos".
"Si usted puede imaginar su peor pesadilla y la multiplica por 100, eso es lo que se siente"
Al principio, la familia esperaba que su pesadilla fuera algún tipo de error, tal y como explica Keri y recoge 'Mirror': "Si usted puede imaginar su peor pesadilla y la multiplica por 100, eso es lo que se siente". "Es como si el mundo entero se cayera de debajo de ti y creo que todos seguimos esperando que fuera un error", añade.
Inicialmente los médicos pensaron que Leo tenía "una inflamación de los músculos del pecho" antes de decirle a ella y a Shaun que estaba "todo en su cabeza" y lo único que ocurría es que el pequeño no quería ir a la escuela. Sin embargo, en unas vacaciones familiares, la pareja vio a su hijo en la playa y se horrorizó al ver sus huesos a través de su piel. Así, a principios de octubre, Leo fue diagnosticado con neuroblastoma en etapa cuatro y comenzó el tratamiento.
Y sólo meses después, sus vidas volvieron a estar patas arriba una vez más. "Era Navidad cuando Oliver comenzó a tener dolores y nosotros se lo atribuimos sufriendo un poco por el cambio y pensamos que probablemente era un poco psicológico", recuerda Keri. Al contrario de lo que pensaba su familia, su dolor fue a más, perdió el color de la cara y no quería comer absolutamente nada. Oliver fue diagnosticado más tarde con linfoma, un cáncer de sangre.
Desde entonces sus padres pasan tres días en el hospital y luego intercambian dinero para pasar tres días en casa con su hija más pequeña, Isobel, de cinco años, que tiene autismo. "Las últimas dos semanas han sido terribles", finaliza la madre.