CONOCIDO COMO 'EL PEQUEÑO MADOFF'
El banquero Allen Stanford fue hallado culpable por un jurado federal de Texas de varios delitos de fraude relacionados con una estafa piramidal de más de 7.000 millones de dólares mediante su banco en la isla caribeña de Antigua.
Stanford, encarcelado desde 2009 por temores de los fiscales a que pudiese escapar, podría enfrentarse a una pena de 20 años de prisión por otros cargos, entre los que se incluye el de obstrucción a una investigación federal por parte de la Comisión de Valores (SEC).
El banquero tejano, de 61 años, estaba acusado de gestionar un esquema Ponzi o piramidal con el cual engañó a más de 30.000 clientes en todo el mundo durante dos décadas mediante certificados de depósito (CDs) emitidos por el Stanford International Bank Limited de Antigua sobre los que prometía grandes rendimientos.
Se trata del segundo caso de estafa piramidal más grande en EEUU, después del organizado por Bernard Madoff. El principal testigo de los fiscales era James M. Davis, que fue jefe financiero de Stanford International Bank y compañero universitario de Stanford, y quien aseguró que todo el sistema era un fraude completo, que incluía sobornos a las autoridades de la isla caribeña que la compañía aprovechaba como paraíso fiscal.
"Claramente no existe duda de que Allen Stanford mintió, mientras se llevaba al bolsillo miles de millones de dólares de otra gente", aseguró el fiscal federal, William J. Stellmach, ante el jurado. "Decía a sus clientes que hacía una cosa con su dinero y la realidad era completamente distinta", agregó Stellmach, quien destacó el exhuberante nivel de vida del banquero.
Por su parte, los abogados de Stanford han dicho que piensan recurrir la decisión. Allen Stanford pasó en apenas un año de ser considerado uno de los hombres más ricos de EEUU, donde apareció en la lista de multimillonarios de la revista Forbes con una fortuna de 2.200 millones de dólares, a ser encarcelado en apenas un año.
Desde su encarcelamiento en julio de 2009, el banquero sufrió un ataque en la cárcel por parte de otro recluso y desarrolló una fuerte adicción a los medicamentos, lo que le obligó a pasar largas temporadas en un hospital federal.
Sus abogados defensores intentaron infructuosamente retrasar el juicio argumentando tendencias suicidas de Stanford, sin embargo el juez David Hittner desestimó tales demandas para continuar con el juicio y deberá dictar sentencia próximamente.