ANÁLISIS DE ÁNGEL CARREIRA
Todo se ha desencadenado a raíz de una llamada de teléfono en la que pudo haber cometido un delito o, al menos, se comportó de manera impropia para un presidente. Esta llamada se produjo el 25 de julio, y en ella Donald Trump pidió al presidente de Ucrania un favor personal: que investigase a su rival Joe Biden y a su hijo, entre otras cosas.
De este modo, el presidente estadounidense pidió a un gobierno extranjero que interfiera en las elecciones, y eso se refleja en la transcripción que hace saltar la alarma.
El contenido de la conversación llegó a manos de un agente de la CIA, que avisó a sus superiores y cuya denuncia debería haber llegado al Congreso.
Sin embargo, el fiscal general, un ministro de Trump, lo evitó. En cambio, se filtró a la prensa. Es en ese momento cuando empieza el goteo de datos y se ve el alcance real de esa llamada y a todos los cargos implicados.
Finalmente esa denuncia ha llegado al parlamento y la oposición demócrata cree que hay motivo suficiente para abrir el proceso de destitución.