SE PREVÉ QUE LO LANCE EN UNOS DÍAS
La comunidad internacional ha instado a Corea del Norte a cancelar el anunciado lanzamiento de un satélite de largo alcance, al considerarlo un ensayo de misiles encubierto, mientras China reconoció que no puede hacer nada para evitarlo.
Tanto Estados Unidos como Corea del Sur y Japón destacaron que el lanzamiento violaría las resoluciones de la ONU y amenazaron con más sanciones, al igual que China, histórico aliado de Pyongyang, aunque de forma más moderada.
El lanzamiento norcoreano "violaría numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU al utilizar tecnología de misiles balísticos prohibidos", denunció el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, John Kirby.
Washington "no tolerará la indiferencia de Corea del Norte a las resoluciones adoptadas en el Consejo de Seguridad", dijo Kirby, al instar a la comunidad internacional a tomar "medidas más duras" contra el régimen de Kim Jong-un.
El país comunista notificó el martes a la Organización Internacional de la Aviación Civil (OACI), la Organización Marítima Internacional (OMI) y a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) su intención de lanzar, entre el 8 y el 25 de febrero, un satélite de observación aérea.
La vecina Corea del Sur, por su parte, aseguró que el Norte "pagará un elevado precio" si lanza el cohete y consideró el anuncio un "desafío" en un momento en que el Consejo de Seguridad estudia imponerle sanciones adicionales como respuesta a la cuarta prueba atómica de Pyongyang del pasado 6 de enero.
El Gobierno de Japón también instó a Corea del Norte a cancelar sus planes, mientras la ONU aseguró que "vigila de cerca" la situación. China, tradicional aliado de Corea del Norte, expresó una "grave preocupación" y exigió al Gobierno de Kim actuar "con cautela", si bien reconoció que no puede hacer nada para evitar el inminente lanzamiento.
Según indicó el comentarista político surcoreano Shim Jae-hoon, "el régimen de Kim Jong-un está diciendo a EEUU y al mundo que es capaz de tomar sus propias decisiones y no depende de China".
Paradójicamente, el anuncio oficial del próximo lanzamiento se produjo el mismo día en el que el negociador chino sobre el desarme nuclear de Corea del Norte, Wu Dawei, aterrizaba en Pyongyang para supuestamente reunirse con autoridades norcoreanas en una visita envuelta en un gran secretismo.
En cuanto a los objetivos internos, Shim afirmó que Kim Jong-un busca con este tipo de demostraciones de fuerza realzar su imagen ante su población, y destacó que el próximo lanzamiento podría tener lugar en torno al 16 de febrero, día del cumpleaños del su padre y anterior líder del país, Kim Jong-il.
El último lanzamiento de este tipo tuvo lugar en diciembre de 2012, cuando Corea del Norte logró poner en órbita con éxito su cohete de largo alcance Unha-3 (Galaxia-3) el satélite de observación terrestre Kwangmyongsong-3 (Estrella Brillante-3) tras un primer intento fallido ocho meses antes.
En este caso se espera que el satélite sea similar al Kwangmyongsong-3, que logró entrar en órbita aunque no es funcional según expertos, mientras el cohete portador podría ser el Unha-9 u otra versión avanzada del Unha-3.
Mientras Pyongyang reivindica su uso pacífico del espacio, tanto Corea del Sur como Estados Unidos, Japón, China y la mayoría de la comunidad internacional denuncian que la tecnología de este tipo de cohetes es similar a la de los misiles balísticos intercontinentales. Así, se espera que estos países recurran al Consejo de Seguridad de la ONU para aplicar nuevas sanciones al régimen de Kim Jong-un por su reciente prueba nuclear y el lanzamiento del cohete en caso de que se produzca.
Teniendo en cuenta que el Consejo ya impone duras restricciones económicas y comerciales a Corea del Norte, los expertos creen que la posibilidad de ir un paso más allá para castigar al régimen de Kim Jong-un depende de la voluntad de China.
Pekín, principal valedor del régimen de los Kim, ha apoyado las sanciones en el Consejo de Seguridad tras las pruebas nucleares y de misiles en los últimos años, aunque sus políticas hacia el país vecino se han caracterizado por la prudencia ante el temor a verse afectada por un eventual colapso del último feudo estalinista de Asia