Siria
Los presidentes de Rusía y Turquía, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan, respectivamente, se reúnen hoy jueves en Moscú para abordar la complicada situación en la provincia siria de Idlib, el último bastión de la oposición, a raíz de los enfrentamientos cada vez más graves entre el ejército sirio y los cuerpos militares turcos allí desplazados.
"Las expectativas son las de llegar a un entendimiento común sobre los antecedentes y las causas de la crisis, el carácter negativo de sus consecuencias y el conjunto de medidas necesarias para prevenir su agravamiento", ha puntualizado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Pero, ¿cuáles son esos antecedentes? ¿Cómo empezó el conflicto? ¿Qué sucedido hasta llegar a la situación actual? Te damos varios puntos para entender mejor qué ha provocado y potenciado el conflicto en Siria y algunas de sus consecuencias.
¿Cómo entró Siria en guerra civil?
El actual presidente de Siria, Bashar al-Asad, heredó el poder de su padre Hafez al-Asad tras su muerte en el año 2000. Hafez al-Asad llegó al Gobierno en 1970 a través de un golpe de estado y se consolidó como líder del partido socialista árabe Baath. Lo primero que hizo Hafez fue eliminar del partido a todos sus rivales políticos y dio los cargos de responsabilidad a familiares cercanos y gente de su confianza; así, las riendas del partido y las fuerzas de seguridad quedaron en manos de la familia Asad (alauita, en un país mayoritariamente suní).
La autocracia de Hafez no toleró ninguna forma de disidencia política, y reprimió duramente a grupos políticos e individuos que desafiaban al régimen.
A la muerte de su padre, Bashar asumió el liderazgo del partido Baath prometiendo reformas políticas y económicas. Este período se conoció como la 'Primavera de Damasco'. Las promesas de Bashar nunca se materializaron.
Muchos sirios ya se quejaban de un alto desempleo en el país, de corrupción en el Gobierno, falta de libertad política y de la represión del gobierno.
En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintado consignas revolucionarias en un muro escolar en la ciudad de Deraa fueron arrestados y torturados por la policía.
El hecho provocó protestas en favor de la democracia, inspiradas por la Primavera Árabe (manifestaciones que en ese momento se extendían por cercanos como Egipto, Túnez, Yemen o Libia).
Se abrió fuego contra los civiles y las protestas, que subieron de tonto pidiendo la caída del régimen, se extendieron por todo el país. La respuesta del régimen fue intensificar la represión, provocando condenas internacionales.
Lo que empezó como protestas pacíficas, se volvió un movimiento armado como respuesta a la represión del régimen. Los primeros movimientos de oposición armada consistían en una mezcla de civiles y militares desertores.
A medida que la resistencia dispuso de más armas y munición (cogidas de depósitos de armas dentro de Siria pero también donadas regional e internacionalmente), las hostilidades se intensificaron convirtiendo el conflicto en una guerra civil.
¿Quiénes son los opositores?
La rebelión armada, que busca la destitución de al Asad, ha evolucionado bastante desde el comienzo de la guerra. Está formada por numerosos grupos rebeldes integrados por diversos tipos de personas y, dentro de ella, hay grupos que desarrollan una labor estrictamente política y otros que han tomado las armas. Estos grupos incluyen tanto combatientes rebeldes moderados y no religiosos (como el Ejército Libre Sirio, ELS), así como grupos islamistas y yihadistas.
Entre estos últimos destacan el autodenominado Estado Islámico (EI) como el Frente al Nusra, un grupo que en sus comienzos estaba afiliado a al Qaeda y que a principios de 2017 se fusionó con otros cuatro grupos islamistas para convertirse en Tahrir al Sham.
Los combatientes del EI terminaron enfrentándose tanto a la oposición moderada como a otros grupos islamistas y a las fuerzas del gobierno.
En el conflicto también participan los grupos kurdos del norte de Siria, que están buscando asentarse en esa zona del país, y han desempeñado un papel estratégico clave en la batalla contra ISIS.
Además, en la guerra en Siria también se han involucrado Arabia Saudita, Turquía y Estados Unidos, por lo general apoyando a algunos grupos rebeldes o en contra de los islamistas; así como Rusia e Irán, de lado de al Asad.
Y a partir de 2014, Estados Unidos, junto con Reino Unido, Francia, y otros seis países, dirigieron incursiones aéreas contra el EI en Siria, pero evitando atacar a las fuerzas del gobierno sirio.
Potencias extranjeras
Durante su presidencia, Barack Obama se limitó a insistir en la renuncia de Al Asad.
Aunque el 6 de abril de 2017 la Casa Blanca, donde ya vivía Donald Trump, sorprendió a muchos cuando ordenó un ataque que involucró 58 misiles de crucero contra las fuerzas de Al Asad.
Esta acción militar fue en respuesta a un ataque con armas químicas que, según denunció EE.UU., había tenido lugar días antes por el gobierno sirio, algo que volvería a suceder un año después.
Por el momento, la intervención estadounidense no se compara con la que ha tenido Rusia, a la que muchos responsabilizan de haber cambiado el curso de la guerra en favor de al Asad.
La supervivencia del mandatario sirio es vista por el Kremlin como crucial para mantener los intereses de Moscú en la región.
Turquía también ha enviado ayuda militar y financiera importante a los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas, aunque alarmada por el avance de las fuerzas kurdas, a las que acusa de simpatizar con su enemigo, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que tienen presencia en Turquía, también ha atacado algunas de sus posiciones en Siria.
Yihadistas
La revuelta siria empezó siendo un movimiento laico y pacífico contra el régimen represor. Sin embargo, progresivamente se transformó en un conflicto militar con grupos yihadistas en la oposición, que defienden la superioridad del Sunismo y la violencia para imponerlo.
El conflicto en Siria no es algo sencillo, sino que tiene varias dimensiones: clase, identidad, alianzas locales y regionales, y divisiones sectarias y religiosas, que han sido utilizadas en su favor por cada grupo, convirtiéndolo en algo cada vez más complejo.
El sectarismo de al-Asad desde el comienzo de la revuelta, alimentado por algunos poderes regionales, ha polarizado el conflicto y ha abierto un espacio para los yihadistas.
Estos grupos, financiados por gobiernos regionales en un intento de promover intereses estratégicos, han ganado una gran influencia en el conflicto.
La violencia sectaria y la amenaza de represalias han aumentado el número de desplazamientos dentro del país. La población huye a áreas donde su comunidad es la principal, cambiando el mapa social de muchas ciudades y pueblos sirios.
Consecuencias humanitarias
Esta guerra ha generado una crisis humanitaria sin precedentes en las últimas décadas: el número de víctimas desde el inicio del conflicto supera ya las 100.000 y un tercio de la población siria se ha visto obligada a huir; 5.000.000 de sirios son desplazados internos mientras que 2.000.000 son refugiados registrados en países vecinos.
La situación en los campos de refugiados en los países vecinos se caracteriza por la superpoblación, la inseguridad y la incapacidad de cubrir las necesidades básicas.
Buena parte de la población ha huido de la violencia de las fuerzas gubernamentales y, en algunos casos, también de milicias rebeldes. Un informe reciente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas detalla el alcance y la depravación de los crímenes cometidos en Siria, entre los que se incluyen asesinatos, violaciones torturas, tomar rehenes y todo tipo de violaciones de los derechos humanos.
Sin un final cerca, las consecuencias humanitarias continuarán aumentando y afectando no sólo a Siria, sino también a los países vecinos como Líbano, Irak y Jordania, que han visto como la violencia sectaria y étnica se ha contagiado a sus fronteras, y han tenido que acoger un gran número de refugiados cada uno. Entre ellos destacan Líbano que tiene a más de 800.000 registrados y Turquía con 600.000.
Por otro lado, el 10% de refugiados ha buscado asilo en Europa, lo que ha provocado divisiones en estos países sobre cómo compartir la responsabilidad.
Soluciones fallidas
En 2016, Estados Unidos y Rusia trataron de convencer a los representantes de las partes en guerra para que discutieran una ruta de paz, pero las conversaciones se suspendieron cuando las fuerzas del gobierno sirio lanzaron una gran ofensiva en la ciudad norteña de Alepo.
En enero de 2017, Rusia, Irán y Turquía anunciaron un acuerdo para un cese parcial del fuego, que tampoco llegó a tener éxito.
Desde 2019, Turquía y Rusia han establecido sin éxito varios ceses de hostilidades.
Rusia y Turquía
El pasado mes de febrero la tensión aumentó entre Turquía y Siria y entre Ankara y Moscú por los ataques en suelo sirio que han dejado víctimas en las filas de ambos países, siendo el peor episodio para Ankara el del pasado día 27, cuando fallecieron 34 soldados turcos en un bombardeo sirio en Idlib, región dominada por el Organismo de Liberación del Levante, una alianza islamista dentro de la terrorista Al Qaeda.
Tanto Erdogan como Putin tienen la intención de lograr un cese del fuego estable en Idlib, pero ambos se han enrocado en sus posiciones.
Los dos reafirmaron en los últimos días su apego a los acuerdos alcanzados en 2017 y 2018 en el balneario ruso de Sochi mediante los que Erdogan y Putin acordaron frenar la ofensiva del régimen sirio contra Idlib.
A ojos del otro, ninguno ha cumplido con los acuerdos. Según Moscú, Siria tiene "todo el derecho" de luchar contra los terroristas, mientras que Erdogan ha asegurado que no va a retirar a sus tropas de Idlib y que responderá de forma contundente a cualquier nuevo ataque por parte del ejército sirio ya que dichos ataques causan el desplazamiento masivo de refugiados a Turquía.
Frontera entre Grecia y Turquía
Por este motivo, Ankara anunció el viernes que ya no impedirá que los cientos de miles de sirios refugiados en su territorio intenten cruzar hacia la Unión Europa. Esto causa que miles de personas se desplacen hacia la frontera con Grecia, donde la policía y el ejército heleno les impiden el paso.
"Entendemos lo grave que es para la UE el problema de los refugiados y la inmigración ilegal, pero no podemos detener la lucha contra el terrorismo para resolver el problema de los refugiados", ha dicho el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov.
Durante los últimos cuatro años, Turquía ha ejercido de guardián de las fronteras exteriores de la Unión Europea, a cambio de 6.000 millones de euros para financiar la acogida de los refugiados sirios y evitar que lleguen a Europa.
Erdogan mantiene desde hace tiempo que la UE no ha cumplido su parte del trato y pidió más apoyo a Bruselas. Alega que enfrentarán un inminente y dramático flujo de refugiados de la guerra siria
Y la decisión del Gobierno turco de abrir sus frontera con Grecia y dejar pasar a miles de refugiados amenaza revivir la crisis migratoria de hace cinco años, ante la preocupación de la UE.