AÚN HAY MÁS DE 2.600 DESAPARECIDOS
Japón ha enmudecido este martes cerca de las tres de la tarde, la hora en que un terremoto de nueve grados en la escala Richter desencadenó la triple tragedia: seísmo, tsunami y catástrofe nuclear. El minuto de silencio ha recorrido las localidades arrasadas, donde hubo más de 15.000 personas que fallecieron y más de 2.600 que todavía hoy siguen desaparecidas.
El terremoto desató un devastador tsunami en el noreste de Japón que borró del mapa localidades enteras. Del casi medio millón de afectados que tuvieron que abandonar sus casas, unos 470.000 evacuados, casi la mitad residían cerca de la central nuclear de Fukushima. Tres años mas tarde, unos 270.000 japoneses aún viven en alojamientos temporales.
Fueron seis minutos de intensa sacudida. El mayor terremoto de la historia de Japón sorprendió en el parlamento, en casas o en comercios, causando daños desastrosos. Pero la auténtica tragedia surgió del mar, traducida en una ola gigante. El temblor desplazó una masa de agua que se dirigía imparable hacia la costa este del país.
En menos de 30 minutos, el tsunami empezó a arrasar ciudades e incluso casas preparadas para soportar seísmos flotaron como barcos. Solo algunos edificios de hormigón quedaron en pie, pues el agua no respetó paredes ni muros, arrastró coches y destrozó los tendidos eléctricos. Todo ello sumado al impacto en la central de Fukushima.
Los japoneses asistieron impotentes a todo. Muchos tuvieron tiempo de ponerse a salvo en zonas altas. Azoteas como las de algún aeropuerto se convirtieron en miradores hacia la destrucción. Las cámaras captaron la desesperación de los vecinos. Los más vulnerables, ancianos, el 65 % de las víctimas.
El oceáno dejó en tierra un mar de escombros, se llevó los recuerdos de una vida y obligó a muchos a empezarla de cero.