CRISIS ALIMENTARIA EN CHAD

Cientos de familias sobreviven en Chad gracias a la comida de las hormigas

El Sahel sufre una crisis alimentaria como la población local no ha visto en una década. La mala cosecha del año pasado, la subida generalizada del precio de los alimentos y un nuevo ciclo de sequía han provocado una inseguridad alimentaria que alcanza a dos millones de personas en Chad y a casi diez en todos los países al sur del desierto del Sáhara. La escasez es tal, que cientos de familias sobreviven 'robando' a las hormigas su sustento.

Se trata de las 'termitières', madres de familia numerosa que rebuscan en los hormigueros de la zona cada día durante horas. Tratan de encontrar el escondite de la hormiga reina, donde las obreras han ido depositando los granos de cereal recogidos de los campos durante los meses anteriores. Lo separan de la tierra sirviéndose del viento y de un plato de esparto, y lo muelen hasta conseguir una suerte de harina que después mezclarán en el fuego con un poco de agua caliente, haciendo una pasta que llene el estómago.

Esta práctica es frecuente en el norte de la región de Guèra, donde está presente la ONGD española Intermón Oxfam trabajando contrarreloj para poner en marcha proyectos de ayuda humanitaria, desarrollo agrícola y gestión de agua que permitan a 40 poblaciones superar la emergencia y crear reservas para afrontar nuevos periodos de escasez. En esta zona, la ausencia de redes de comunicación y el terreno desértico harán imposible que llegue la ayuda cuando comience el periodo de lluvias, previsto a partir de junio.

A Mariam Osuman, 'termitière' y madre de diez hijos, le preocupa especialmente que comience a llover, porque entonces "ya no habrá forma de encontrar los hormigueros" ni, por tanto, algo de comida. Remueve la arena con ahínco en el pueblo de Djaya Nagataïra, una localidad de 1.700 habitantes en el cantón de Kinga. Quiere evitar lo que sufrió su compañera de faena, Fátima Mussa, a quien el hambre mató dos hijos.

Mussa, igual que otras muchas mujeres en Guèra, ha tenido que acudir al último recurso de emergencia para estas poblaciones: el árbol que conocen como 'savonnier' (Balanites Aegyptíaca), uno de los pocos que se conserva verde en esta región desertificada y que produce una hoja pequeña y "muy amarga". Cuando no quedan hormigueros, la recolectan y comen hervida, pero conseguir una cantidad suficiente no resulta fácil para las manos desnudas de las mujeres, porque las ramas están pobladas de espinas afiladas de hasta cinco centímetros de largo.

Mientras las ONGD y las agencias internacionales preparan su respuesta a la emergencia alimentaria, son muchas las familias que sobreviven gracias a estas soluciones desesperadas, porque si bien el Gobierno de Chad ha subvencionado cereales como el mijo reduciendo su precio a la mitad, el importe sigue siendo inalcanzable para los habitantes de las zonas rurales, adonde tampoco ha llegado aún la comida del Programa Mundial de Alimentos.

 

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