EN UNA UNIVERSIDAD DE KENIA
Algunos jóvenes kenianos llegan a la universidad sin haber visto nunca un condón y otros creen que las píldoras anticonceptivas pueden causar infertilidad: una campaña de planificación familiar promovida por una organización de EEUU lucha para desmitificar su uso y lograr que el sexo deje de ser tabú.
En el campus de Agricultura y Tecnología de la Universidad Jomo Kenyatta, a las afueras de Nairobi, estudiantes voluntarios han sido formados para informar a sus compañeros, de tú a tú, sobre la posibilidad de tener relaciones sexuales sin poner en riesgo tu futuro.
Forman parte del club Brighter Future (Un futuro brillante) que, desde que arrancó en 2013, ya cuenta con cerca de 3.500 integrantes. Allí, los universitarios hablan sin tapujos de sexo, algo poco habitual en la conservadora sociedad keniana.
"(El sexo) nunca ha sido un tema del que he hablado abiertamente en casa. Pero ahora ya no es un problema hablar de ello. Este programa me ha ayudado a no esconder los problemas que afronto", dice a Felicity Karimi, una estudiante de Farmacia de 23 años que forma parte de este grupo.
Los universitarios acuden allí para conseguir información, por ejemplo, sobre las ventajas e inconvenientes de los condones frente a las píldoras, anticonceptivos inyectables o implantes.
"La información es poder", dicen desde el club, que ha conseguido que el número de alumnos del campus que utilizan anticonceptivos se sitúe en el 72%, frente al 52% de hace dos años.
El tabú de la sexualidad en Kenia provoca que algunos jóvenes lleguen a la universidad sin haber visto nunca un preservativo. "Muchos proceden de escuelas católicas donde nunca les han explicado qué es un condón", asegura la enfermera Catherine Tweni, que lleva diez años trabajando en el hospital del campus.
Según cuenta, ha habido "un gran cambio" tras la llegada del programa. Antes, muchas jóvenes llegaban al centro sangrando, en estado de shock, porque habían intentado abortar. "Las mandábamos al hospital rápidamente", lamenta.
Pero estas situaciones se han reducido "drásticamente" y ahora, en cambio, "vienen en pareja a pedir información sobre los métodos que pueden utilizar para evitar embarazos". "Lo que más piden son condones", comenta Tweni, que se distribuyen gratuitamente a todos los estudiantes del campus.
El programa también quiere romper los mitos que el desconocimiento social ha atribuido a los anticonceptivos: "Nos preguntan si les harán engordar o si les impedirán tener hijos en el futuro", dice Karimi.
Tras el éxito experimentado en este campus, ya hay planes para expandir a otras universidades kenianas el programa, que cuenta con el apoyo de la organización Jhpiego, vinculada a la Universidad Johns Hopkins de EEUU.
Además, esperan que el "boca a boca" ayude a que la información sobre planificación familiar traspase las fronteras universitarias y llegue a los jóvenes de cualquier rincón del país. "Cuento a mis amigos, primas y hermanas lo que hacemos y hablamos en el club. Ellos también piensan que es necesario tener información", explica Lilian Mutheri, universitaria de 20 años.
Sin embargo, la iniciativa no ha estado exenta de polémica y ha contado con la oposición de algunos sectores conservadores. Según cuenta Karimi, grupos religiosos la criticaron porque consideraban que se estaba animando a los jóvenes a mantener relaciones sexuales en el campus. "No les decimos que tengan sexo, sino que protejan su futuro no quedándose embarazadas, porque eso les puede truncar la vida académica y sus objetivos", añade.
Al final, insiste, la planificación familiar es planificación de la vida: los jóvenes deben conocer las herramientas necesarias para poder tomar decisiones por ellos mismos, tomar el control de sus vidas y poder llevar a cabo sus planes de futuro. "Yo quiero acabar mis estudios, encontrar un buen trabajo y, luego, formar una familia", dice ilusionada esta joven.