EN MÉXICO

Cómo un bulo de WhatsApp llevó a quemar vivos a dos hombres acusados de robar órganos a niños

Un hombre de un pequeño pueblo de México difundió un mensaje por WhatsApp en el que alertaba de que dos vecinos eran secuestradores de niños. Sin más pruebas que esa, una muchedumbre se echó a la calle para apalearlos y acabar con sus vidas.

En Acatlán de Osorio, un pequeño pueblo de México, corrió la voz de que dos hombres secuestraban a niños para vender sus órganos. Todo surgió por un mensaje de WhatsApp, que se difundió entre todos los habitantes de este pequeño pueblo mexicano, y que sin más pruebas derivó en el asesinato de los presuntos secuestradores.

Ocurrió el pasado mes de agosto, en pleno siglo XXI, un bulo en las redes sociales acabó con la vida de dos personas. Era el 29 de agosto de 2018, dos hombres fueron detenidos por 'alteración del orden', un delito menor. Al parecer, una multitud fue a por ellos y los agentes decidieron llevarles a comisaría para que explicaran lo ocurrido.

Iban en el coche patrulla cuando cientos de personas se amontaban en la calle principal del pueblo, siguiente al coche, y gritaban que los detenidos eran secuestradores de niños. Un mensaje en WhatsApp lo decía.

Pese a la insistencia de los agentes de que los dos detenidos habían cometido un delito menor, nadie les hacía caso.

Se trataba de Ricardo Flores, de 21 años, que aunque había nacido en Acatlán se mudó a 250 kilómetros para estudiar Derecho y había vuelto al pueblo para visitar a sus familiares. Junto a él estaba su tío, Alberto Flores, de 43 años, un granjero que llevaba toda su vida en un pequeño pueblo al lado de Acatlán. Ambos habían salido a comprar material de construcción para terminar un pozo.

Sin embargo, los ciudadanos no escuchaban la versión de los agentes. La mayoría tenía en su teléfono un mensaje que les incriminaba: "Por favor, estén todos alerta porque una plaga de secuestradores de niños entró en el país". "Estos criminales están involucrados en el tráfico de órganos. En los últimos días, desaparecieron niños de 4, 8 y 14 años, y algunos fueron hallados muertos y con signos de que sus órganos habían sido extirpados", decía el mensaje, según recoge la prensa local.

Se cree que fue un antiguo vecino del pueblo, Francisco Martínez, quien comenzó el bulo.

Precisamente, la Comisión Europea dio este verano un ultimátum a las redes sociales para que presenten un código de conducta que les permita luchar de manera efectiva contra las noticias falsas.

Martínez utilizó sus redes sociales para congregar a más gente: "Los secuestradores están aquí". Un segundo hombre se subió a lo alto de un edificio con campanas para alertar a los habitantes de que Ricardo y Alberto iban a quedar en libertad, mientras que un tercer hombre, con un altavoz, pidió dinero para comprar combustible y quemar a los detenidos.

Forzaron la reja de la comisaría y arrastraron a ambos fuera. Mientras la gente grababa la escena, otros les golpeaban salvajemente y les echaban combustible por encima. Sus cadáveres carbonizados estuvieron dos horas en el suelo.

Un mensaje de WhatsApp permitió a un hombre convocar a una muchedumbre para matar a un hombre y su sobrino. Facebook permitió que eso se grabara en directo y que la madre y hermana de los fallecidos, lo viera desde su casa. Escribió un mensaje rogando a los allí presentes que no los mataran, que no eran secuestrados, pero nadie hizo caso.

Cinco personas fueron acusadas de haber instigado el crimen, y cuatro más de haberlo ejecutado.

Ahora, la familia de los fallecidos se pregunta cómo una multitud se dejó llevar por una mentira. "¿Por qué no lo comprobaron? Ningún niño había sido secuestrado, nadie había puesto una denuncia. Era una noticia falsa", lamenta.

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