Oriente Próximo
Hezbolá responde con más de 150 proyectiles, mientras Líbano denuncia una "guerra de exterminio". La crisis humanitaria se agrava con hospitales desbordados y medio millón de estudiantes afectados por el cierre de escuelas.
La violencia entre Israel y Líbano se intensifica dejando un saldo trágico de más de 550 muertos y más de 1.800 heridos en los bombardeos israelíes del lunes, según informó el Ministerio de Sanidad libanés. Este número incluye a 35 menores y 58 mujeres, mientras el país enfrenta una crisis sanitaria y humanitaria. El ministro de Sanidad libanés, Firas Abiad, ha instado a los hospitales a priorizar los casos de emergencia ante la posibilidad de más ataques, advirtiendo sobre la situación crítica en las zonas más afectadas, como Becá y el sur del Líbano.
Con motivo de la gran ofensiva de Israel contra Hezbolá, cientos de miles de libaneses están huyendo del país. Familias enteras se dirigen desde el Sur al Norte, tratando de sobrevivir a los bombardeos.
En respuesta a los ataques, Hezbolá lanzó al menos 156 proyectiles hacia Israel, apuntando tanto a la región de Haifa como a asentamientos israelíes en Cisjordania y los Altos del Golán, territorios ocupados por Israel. Aunque la mayoría de los cohetes fueron interceptados por el sistema de defensa israelí, la escalada de violencia genera temores de una expansión del conflicto en toda la región. La fuerza de los ataques de Hezbolá incluye misiles de largo alcance capaces de llegar a Haifa y otras áreas estratégicas, lo que ha elevado aún más las tensiones entre ambos países.
El primer ministro interino de Líbano, Nayib Mikati, condenó lo que describió como un "plan de destrucción" por parte de Israel, calificando los bombardeos como parte de una "guerra de exterminio" contra Líbano. A raíz de los ataques, el gobierno libanés ha decretado el cierre de todos los centros educativos, lo que podría afectar a casi medio millón de estudiantes. El gobierno también alertó sobre la presión adicional en los servicios de salud y la necesidad de más recursos para enfrentar la creciente cantidad de heridos.
Por su parte, las Fuerzas Armadas israelíes confirmaron haber atacado más de 1.300 "objetivos de Hezbolá" en Líbano en una operación llamada "Flechas del Norte", enfocada en destruir almacenes de armamento y otras infraestructuras militares. El portavoz israelí, Daniel Hagari, afirmó que en esos almacenes se almacenaban misiles y cohetes capaces de alcanzar cientos de kilómetros, lo que constituye una amenaza directa para Israel.
Israel ha publicado imágenes que muestran misiles de Hezbolá ocultos en viviendas civiles, acusando al grupo de utilizar a familias libanesas como escudos humanos. Según el portavoz en árabe del ejército israelí, Avichay Adraee, Hezbolá esconde misiles de largo alcance en casas del sur de Líbano, incluyendo un proyectil que, según afirmaciones israelíes, podría lanzarse a través de un sistema hidráulico desde el techo de una vivienda habitada.
El conflicto ha escalado significativamente en los últimos días, especialmente tras la explosión de dispositivos de comunicación presuntamente instalados por Hezbolá, que causaron la muerte de 40 personas y dejaron más de 3.000 heridos. Estos hechos fueron seguidos por un bombardeo israelí el viernes que mató a más de 50 personas en el sur de Beirut, incluyendo a Ibrahim Akil, un alto cargo de Hezbolá.
La comunidad internacional observa con preocupación cómo este enfrentamiento podría derivar en una guerra a mayor escala en Oriente Próximo. Estados Unidos ha sido informado sobre los planes operativos de Israel en relación con Líbano, lo que subraya la gravedad de la situación. La presión internacional para una desescalada se incrementa, pero la realidad en el terreno sugiere que ambos lados están lejos de una resolución pacífica, y la posibilidad de un conflicto regional más amplio sigue latente.
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