LA REVELACIÓN DE LA CAMPAÑA, CON GRAN TIRÓN ENTRE LOS JÓVENES
El senador por el estado de Vermont es lo más parecido a un radical progresista, dentro de su propio partido. Sus ideas, muy cercanas a la socialdemocracia europea, le han llevado a presentarse siempre como candidato independiente.
Su estrategia para ganar las primarias se basa en lograr el apoyo de los estadounidenses "mal pagados y sobreexplotados", ha dicho, que están "ansiosos" por un cambio. Quiere subir los impuestos a los ricos, que la sanidad sea universal, aumentar el salario mínimo, más energía verde, menos gasto en Defensa y más gasto en infraestructuras.
Ideas que gustan a los votantes más jóvenes, que le adoran, también a los jubilados, los intelectuales y los desencantados con el sistema tradicional de partidos. Menos tirón tiene entre la comunidad negra e hispana. Su principal problema es atraer ideológicamente al votante demócrata tradicional que califica su discurso de populista.
Sus otros dos puntos débiles: su histórica vaguedad sobre el control de armas y su inconsistente discurso en política exterior. Admira al papa Francisco y si finalmente llega a la Casa Blanca se convertirá en el primer presidente judío en la historia de Estados Unidos.