EL PDL, AL BORDE DE LA RUPTURA

Berlusconi pierde el órdago lanzado contra Letta

La moción de confianza forzada por 'Il Cavaliere' no ha prosperado. El propio Berlusconi, después de amagar, ha tenido que apoyar al primer ministro al no encontrar el respaldo necesario entre sus compañeros. Intentó derribarle y, al final, lo único que ha logrado es elevar la tensión en su propio partido.

Silvio Berlusconi ha terminado derrotado. La imagen de un Enrico letta que consigue salvar el Gobierno de coalición con la ayuda de los moderados del PDL no era la que 'Il Cavaliere' esperaba cuando forzó la dmisión de cinco ministros. Al final, el primer ministro ha conseguido incluso más apoyos que en su discurso de investidura.

Berlusconi está viviendo sus últimas bocanadas de gloria política ahogado en el marasmo que él mismo había pergeñado para evitar ser expulsado del Senado tras haber sido condenado en firme por fraude fiscal en el caso Mediaset. Letta ha logrado darle la estocada final con la inestimable ayuda del que fuera hasta ahora el delfín del líder del PDL, el viceprimer ministro y titular de Interior, Angelino Alfano.

La primera estrategia de Berlusconi para posponer la reunión de la comisión del Senado, prevista para el próximo viernes para estudiar su expulsión, fue el anuncio de dimisión de los parlamentarios de su partido si se decidía la salida del senador. Los nervios del exprimer ministro, que decía no comer, no haber dormido desde hace más de 50 noches por la persecución a la que estaba siendo sometido por una "magistratura de izquierdas", le traicionaron al adoptar una decisión a todas luces contraria no sólo a los intereses de Italia, sino a los suyos propios, cuando "invitó" el sábado por la tarde a sus cinco ministros a dimitir del Gobierno.

Un fatal paso en falso. Los ministros dimitieron en bloque, pero a los pocos minutos comenzaron los dimes y diretes de los propios titulares dimisionarios, que dijeron abiertamente no estar de acuerdo con la orden de su líder, que tacharon de "irresponsable". Alfano, su mano derecha, ha tomado las riendas del partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL), y mano a mano con Letta decidió que se pasaba al "enemigo", pues llamó a votar a favor del primer ministro a todo el partido.

En el Senado, 23 parlamentarios afirmaron que apoyarían la continuidad del Ejecutivo y anunciaron la creación de un nuevo grupo político denominado "Los Populares". Acorralado y desconcertado, el golpe de gracia se lo dio a sí mismo el propio Berlusconi al anunciar en su turno de palabra en el Senado que votaba a favor del Gobierno.

El triunfo de Letta, con 235 votos a favor, significa el principio del fin de la vida política de Berlusconi, perdido en sus propias contradicciones y con una fractura de su hasta ahora compacto partido, difícil de reconstruir y reconducir. Su expulsión del Senado significaría además que no puede presentarse a unas elecciones durante los próximos seis años si finalmente se termina aplicando la llamada "ley Severino" del Ejecutivo de Mario Monti, aprobada en diciembre pasado.

Una expulsión, que una vez dado el visto bueno de la comisión, debe ser votada por todo el Senado. Después, el empresario, siempre si el Senado decide expulsarlo, deberá elegir entre arresto domiciliario de un año o realizar labores sociales.

También el 19 de octubre se celebra el nuevo juicio en apelación para determinar el periodo de inhabilitación al que también ha sido condenado Silvio Berlusconi por fraude fiscal en el caso Mediaset, una vez que la Fiscalía del Supremo solicitase una rebaja de los 5 años dictaminados al considerar que eran demasiados. "Il Cavaliere", que se refugia en su novia Francesca Pascale -que recorre Roma incansable para los preparativos del matrimonio-, se enfrenta también a un posible nuevo juicio por el caso del supuesto pago al senador Sergio De Gregorio, para que pasase a su formación e hiciese caer en 2008 al Gobierno de su adversario Romano Prodi.

Y como guinda final, empieza el proceso de apelación de el caso Ruby, la joven de origen marroquí que acudió a las fiestas del mandatario cuando tenía 17 años, proceso en el que Berlusconi fue condenado a siete años de reclusión y la inhabilitación de por vida por incitación a la prostitución de menores y de abuso de poder. El 2 de octubre los italianos han asistido al declive de un dios menor para muchos, y para otros, el de un personaje que ha antepuesto sus intereses personales al bien común de Italia y de los italianos.

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