CON 122 PLAZAS REPARTIDAS EN 29 VIVIENDAS
Berlín abre este martes su primer albergue para refugiados homosexuales y transexuales, un proyecto que acogerá a personas que han huido de su país y que, al llegar a Alemania, se sienten amenazadas en alojamientos masificados debido a su condición sexual.
La iniciativa partió de la Asesoría para los Homosexuales de Berlín, una organización que desde hace décadas trabaja con este colectivo en la capital alemana y donde en los últimos meses se comenzaron a acumular peticiones de ayuda de solicitantes de asilo. Algunos casos son graves, desde discriminación a violencia, según apunta en un encuentro con medios extranjeros el director de la organización, Marcel de Groot.
Los homosexuales y transexuales normalmente llegan a Alemania solos, sin familia y sin lazos con la gente de su región de origen, con lo que están "aislados social y culturalmente". Sólo Berlín recibió el año pasado unos 79.000 solicitantes de asilo, por lo que la ciudad-estado ha tenido que recurrir a todo tipo de instalaciones para alojarlos, desde pabellones deportivos y recintos feriales a los hangares del antiguo aeropuerto de Tempelhof.
La falta total de privacidad afecta a todos los refugiados, pero para el colectivo LGBT la situación puede resultar dramática. "Recibimos muchos informes de homosexuales, lesbianas y transexuales sobre experiencias de violencia en los albergues comunitarios, donde son amenazados, en ocasiones golpeados. Tienen mucho miedo y están en riesgo", señala Stephan Jäkel, director del departamento encargado de los refugiados LGBT.
Su relato lo repite Mahmoud Hassino, trabajador sirio del departamento que llegó hace dos años a Berlín y vivió en primera persona el largo proceso que hay que recorrer hasta conseguir los papeles que ratifican la condición de asilado.
El principal problema, afirma, es "el miedo": "Hay personas que sufren acoso verbal, otras físico, algunas personas son atacadas, incluso conozco un caso de violación", señala Hassino, quien recuerda que él también abandonó su albergue cuando sus compañeros conocieron su condición de activista homosexual.
Desde septiembre hasta ahora, explica, su trabajo se ha centrado en buscar "lugares de emergencia" para personas cuya situación de riesgo se consideraba alta y que debían abandonar los albergues. "Muchos refugiados llegan huyendo de su propia gente y cuando se les aloja en un albergue con ciudadanos de su misma nacionalidad se sienten amenazados, no están seguros", apunta.
Tras meses de negociaciones con la administración pública berlinesa y después de buscar distintos alojamientos privados para los casos más graves, mañana llegarán al albergue las primeras diecisiete personas.
El alquiler corre a cargo del Senado de Berlín y de la gestión del centro se ocupará la asesoría, que no duda de que en las próximas semanas estarán ocupadas las 122 plazas que tiene el albergue repartidas en 29 viviendas.
Por los expedientes analizados hasta el momento, tanto denuncias particulares como informes elaborados por trabajadores sociales de distintos albergues, su estimación es que dos tercios de las plazas serán ocupadas por gais, un tercio para transexuales y serán pocos los casos de lesbianas.
El fin de semana se celebró una jornada de puertas abiertas para que los vecinos y las organizaciones del barrio de Treptow conocieran el proyecto y las instalaciones, y este lunes continuaban los trabajos en el edificio, donde se montaban armarios y camas para los primeros inquilinos.
La recepción, apunta Jäkel, ha sido buena y no hay que temer que el albergue pueda ser objetivo de un ataque xenófobo, pero las precauciones nunca sobran y pide no hacer pública la dirección del lugar.