Estados Unidos
Más de 17.000 personas han sido interceptadas en la frontera entre México y Estados Unidos solo en el mes de marzo. Es uno de los desafíos más urgentes de Joe Biden.
Por muy buenas que sean las intenciones, cuando alguien cambia un sistema se convierte en responsable del nuevo. Eso es lo que le está ocurriendo a Joe Biden en inmigración. Ha abierto la mano un poco más que Donald Trump, pero sin poner los recursos para hacer frente al tsunami de indocumentados que han comenzado a llegar escapando de la desesperación en Centroamérica.
Los migrantes cruzan cada noche el río Grande pasando de México a Estados Unidos. Siete mil indocumentados llegan cada día. Mil se calcula que se cuelan, a los otros 6.000 los agentes de inmigración les toman los datos. Si son menores y llegan solos, ya no son devueltos, sino que pasan a servicios sociales o a parientes que ya tengan en Estados Unidos.
Es un gesto humanitario, pero a la vez incentiva que más familias envíen a sus hijos a través de traficantes que les cruzan la frontera.
Aumenta la presión política contra Biden
Pero además hoy se revela que dos terceras partes de las 17.000 familias que llegaron en marzo también se han quedado en Estados Unidos. "Es que México no los acepta de vuelta", se lamenta Joe Biden, que ha abierto la mano mucho más que Donald Trump, pero tiene desbordados a los servicios sociales.
El gobernador de Texas incluso denuncia abusos sexuales entre menores tras ser detenidos y acusa a Biden por su política de puertas abiertas. El niño abandonado en la frontera será entregado en semanas a familiares que ya tiene en Estados Unidos.