Afganistán
Mazia decidió que, si su hermana pequeña no podía ir a la escuela, ella misma le enseñaría. De esta manera se creó la que ha acabado siendo la escuela clandestina más grande de Afganistán. Así defienden un derecho que los talibanes les han arrebatado: estudiar.
Nadie puede saber que ellas están aquí, pero, sobre todo, nadie puede saber que vienen a estudiar. Son afganas, mujeres y niñas a las que la vida les cambió el 15 de agosto de 2021. Ese día los talibanes tomaron Kabul y decidieron que ellas ya no podían circular libremente, que no podían utilizar parques ni gimnasios y que tampoco podían hablar en público ni cursar estudios secundarios.
"Solo podíamos ir al colegio con todas sus condiciones"
“Solo podíamos ir al colegio aceptando todas sus condiciones: ponernos vestidos largos, ponernos el velo... pero no teníamos dudas, aceptamos”, asegura llorando a cámara una joven estudiante afgana.
"Mi hermana pequeña que tiene 12 años, ¿por qué no puede ir al colegio y mi hermano sí puede ir?"
Pero en enero de 2023 ordenaron también cerrar todas las escuelas para niñas y Mazia, con 22 años, se hizo esta pregunta: “Mi hermana pequeña que tiene 12 años, ¿por qué no puede ir al colegio y mi hermano sí puede ir?". Por eso decidió que seguiría trabajando como enfermera por las mañanas y se convertiría en profesora para su hermana por las tardes.
La escuela clandestina más grande de Kabul
A sus clases empezaron a venir algunas compañeras de colegio. Y cada vez eran más. “En pocos meses ya somos más de 200 estudiantes”, asegura la fundadora de esta escuela clandestina en la capital.
"Abriendo esta escuela me siento como jugando con fuego, bailando entre cristales”
Tuvieron que alquilar un local y han terminado creando la mayor escuela clandestina para mujeres en Kabul. “Abriendo esta escuela me siento como jugando con fuego, bailando entre cristales”, reconoce Mazia, “pero tenemos que ser valientes, no podemos dejar que el miedo y el peligro nos frenen”. Porque en este colegio secreto estudian matemáticas y lengua, pero también recuerdan los derechos que les han arrebatado: “En ningún lugar pone que el hombre sea superior a la mujer. Hombres y mujeres son iguales”, sentencia llorando una de las alumnas de Mazia.
Aquí, ocultas y en secreto, las mujeres y las niñas de Kabul aprenden y se preparan para volver a alzar la voz.