#ASÍLOVIVIMOS
Los dos acuerdos de paz de Oslo -de 1993 y 1995 y cuya primera parte cumple 25 años- hicieron historia con el reconocimiento mutuo de israelíes y palestinos y su apuesta por la paz, que nunca terminó de cumplirse.
A principios de los años 90 se llevaron a cabo en Noruega conversaciones secretas que culminaron con la firma de una "Declaración de principios" en 1993 entre el primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, con el fin de acabar con el conflicto palestino-israelí.
Los acuerdos, elaborados en la capital noruega, pero firmados en Washington, 1993, y en Taba, Egipto, 1995, crearon una autonomía limitada palestina, es decir, un gobierno autónomo provisional para administrar los territorios que Israel ocupaba y de los que se retiró como parte de esos acuerdos y fueron el comienzo de un pacto de paz permanente que nunca llegó.
Con esta ceremonia en Washington finalizaba una etapa de catorce sesiones de negociaciones bilaterales. En este proceso Israel reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina como representante del pueblo palestino.
En 1996 se llevaron a cabo elecciones parlamentarias. Los temas más controvertidos como Jerusalén, las fronteras y los asentamientos se dejaron para el final. Cisjordania y la Franja de Gaza fueron dividas en tres áreas con diferentes grados de control. Gradualmente, la Autoridad Nacional Palestina, asumiría el control de las principales ciudades palestinas. Mientras tanto, Israel continuaba construyendo asentamientos en los territorios ocupados.
A finales de los 90 las conversaciones se estancaron y la mayoría de los temas quedaron sin resolver.
El quid de estos acuerdos era que Israel gradualmente cediera el control de los territorios palestinos a los palestinos a cambio de paz. El proceso de Oslo era delicado y avanzó a tropezones. Tuvo un punto de inflexión con el asesinato de Yitzhak Rabin y fracasó finalmente cuando Arafat y Ehud Barak no llegaron a un acuerdo en Camp David en julio de 2000.
Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2017, el avance de los asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados desde 1967 se ha acelerado; además, Trump ha reconocido Jerusalén como capital de Israel. Dos decisiones que han llevado al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, a suspender los contactos con Washington y que Estados Unidos haya dejado de ser reconocido por los palestinos como mediador único, un estatus referendado por los Acuerdos de Oslo.